17 años, ocho entregas y miles de millones de dólares recaudados han tenido lugar desde que viéramos, en el ya lejano 2001, a Dominic Toretto y Brian O’Conner en acción por primera vez. Suficiente tiempo y ocasiones como para que la saga ‘A todo gas’ haya recorrido casi medio mundo durante toda su historia, dejando para el recuerdo escenas espectaculares en localizaciones fácilmente reconocibles.
Y nosotros vamos a repasarlas, deteniéndonos en aquellas más importantes para el desarrollo de la trama, las que se quedaron grabadas para siempre en la retina y las que se convirtieron prácticamente en un personaje más de la película.
Los Ángeles (The Fast and The Furious, 2001)
La entrega que abrió la saga fue la más “doméstica”, con menos presupuesto y el objetivo claro de representar la cultura underground de las carreras callejeras. Para ello Los Ángeles en particular y California en general fueron el marco perfecto: imbuidas de la cultura hip-hop y del tuning, recrearon fielmente un ambiente creíble que casaba a la perfección con la por aquel entonces idiosincrasia de la incipiente franquicia:
Las carreteras de Malibú acogieron la humillación del Ferrari a manos del Supra tuneado
La tienda de Dom
En San Pedro se filmó la carrera final entre los dos protagonistas
Miami (2 Fast, 2 Furious, 2003)
La secuela nos trasladó a la también soleada Florida, escenario que también cumplió a la perfección para mostrar un crimen organizado más “refinado”. El taller de Tej con el canal al lado fue solo el ejemplo de lo que estaba por venir en el desarrollo de la película, que mostró marismas, agua y asfalto a partes iguales.
Tokio (The Fast and The Furious: Tokyo Drift, 2006)
Lo que a priori iba a suponer el declive de la saga y el inicio de una antología a todas luces menos exitosa que lo que ha sido finalmente la franquicia, se salvó por una aparición final de Dom. La ciudad de Tokio supuso un cambio radical de estética, predominando las luces de neón brillando sobre las carrocerías de los coches.
Escenas como la de la plaza de Shibuya son inolvidables (aunque hubiera mucho de CGI) y, como curiosidad, la carrera final con D.K. no se grabó ni siquiera en Japón, se rodó en Azusa Canyon de California, Estados Unidos.
América Central y Sudamérica (Fast & Furious, 2009)
El giro de la franquicia tuvo lugar en la cuarta entrega, dejando un poco de lado a los coches y mostrando que el futuro iría dirigido a la acción más pura. La tournée de Dom y Lety tuvo como resultado grabaciones en República Dominicana y Panamá, aunque el protagonismo recayó en Méjico y, sobre todo, en la frontera con los Estados Unidos, escenario de unas persecuciones de lo más trepidantes.
Mención especial merece la vuelta al hogar de los Toretto, que volvió a ser el ya empleado en el primer film: el número 722 E de la calle Kensington, en Los Ángeles, California.
Rio de Janeiro (Fast Five, 2011)
La consolidación de la acción en la franquicia, ejemplificada por la introducción del personaje de Luke Hobbes (Dwayne Johnson). Aunque hay escenas en diversos escenarios es Río de Janeiro el principal, con persecuciones a pie en la favelas y una escena espectacular con el robo de la caja fuerte en las calles de la ciudad. Seguramente, a pesar de todo lo visto anteriormente, el momento en el que quedó claro que la saga se iba a ir de madre con el ‘más y mejor’ para las escenas de acción.
Puente de Silva (Fast & Furious 6, 2013)
El Puente de Silva en Santa María de Guía en Gran Canaria acogió una de las escenas más recordadas de la sexta entrega (y quizá de toda la saga): el asalto a un convoy militar que acaba en una persecución huyendo de un tanque.
Londres (Fast & Furious 6, 2013)
La otra localización destacada de la película, con el enfrentamiento directo de los protagonistas con Owen Shaw y su peculiar coche, denominado ‘Flip Car’ y construido ex profeso para el filme.
Etihad Towers (Furious 7, 2015)
Posiblemente una de las mayores ‘idas de olla’ que ha protagonizado un coche en el celuloide: saltar de una a otra de las Etihad Towers en un Lykan Hypersport con la carrocería hecha de oro macizo.
Templin Highway (Furious 7, 2015)
Si la anterior fue la escena más espectacular de la séptima película, esta es la más emotiva de toda la saga. Al final del film, esta autopista acoge la última vez que Dom y Brian conducen juntos. Un bonito homenaje al fallecido Paul Walker que se grabó en Los Ángeles.
La Habana (The Fate of the Furious, 2017)
Fue la primera película hollywoodiense que se grabó en Cuba, y el que equipo aprovechó la ocasión con una carrera por el malecón utilizando los míticos “almendrones” cubanos. el escenario era de 10 y la resolución que dieron a la carrera fue, cuanto menos, llamativa.
Nueva York (The Fate of the Furious, 2017)
Que tras ocho entregas la franquicia no hubiera pisado la ciudad que nunca duerme era básicamente un pecado. Por eso, puestos a entrar en Nueva York, ¿qué mejor manera que hacerlo por la puerta grande? La escena de los coches hackeados por Chiper lanzándose desde los edificios y corriendo en tropel en la persecución es un espectáculo audiovisual.
Mývatn (The Fate of the Furious 8, 2017)
Si ya había habido tanques en la franquicia, el ‘monstruo final’ de la hasta ahora última película fue nada menos que un submarino nuclear. Un enfrentamiento desigual pero que fue una delicia para los espectadores gracias a un marco incomparable, el lago helado Mývatn en Islandia, que está muy cerca del volcán Krafla.