A lo largo del siglo XX, el automóvil se convirtió en el medio de transporte más usado tanto en el mundo desarrollado como en los países menos avanzados, reemplazando el caballo y la carretera como solución de movilidad personal. Sin embargo, a principios del siglo pasado no era tan habitual que los coches se enfrentaran a desafíos extremos como lo hacen en la actualidad, con el Toyota Land Cruiser (prueba) como ejemplo de hasta dónde puede llegar un vehículo a motor.
Para Jiří Hanuš, hijo del ex director gerente de la empresa de ingeniería y armamento Skoda, esto no era un problema cuando en 1933 decidió emprender una aventura que le llevaría a conectar los más de 8.000 kilómetros que separan Checoslovaquia de la capital de Senegal. Y este impresionante viaje realizado hace 90 años cuenta la historia de un joven Hanuš de 27 años y un Skoda 633 de serie afrontando una hazaña que le llevaría un mes completar.
Lanzado como un modelo de gama media, el Skoda 633 con motor de seis cilindros y 1.8 litros es considerado como el predecesor del primer Skoda Superb (prueba), un vehículo con una potencia de 33 CV basado en un chasis acanalado con ejes rígidos y frenos de cable. Esta configuración era más que suficiente para demostrar su fiabilidad y robustez en las carreteras europeas antes de la Segunda Guerra Mundial, pero no había sido diseñado pensando en los desafíos que ofrece el norte de África.
La historia del Skoda 633 que cruzó el Sáhara hace 90 años
El viaje que llevó a cabo el Skoda 633 en 1933 entre Checoslovaquia y Senegal
Con este precedente y con la aprobación de la Trans-Saharan Company mediante un acuerdo escrito con el que la empresa garantizaba el envío de un vehículo de búsqueda y rescate cinco días después de su llegada a la meta, Jiří Hanuš partió desde el pequeño pueblo de Radlík, cerca de Jílové, a unos 25 kilómetros al sur de Praga, el 17 de febrero de 1933 con destino al continente africano.
Los primeros cinco días fueron un combate cuerpo a cuerpo con la nieve hasta llegar al puerto de Marsella, al sur de Francia. El 633 ya había cubierto los primeros 1.454 kilómetros de su trepidante viaje y lo había hecho siendo un vehículo de producción en la versión más económica de la gama, que se ofrecía en una carrocería cerrada de dos puertas “Tudor” con un precio de 45.500 coronas checoslovacas. Ni siquiera se había equipado el coche con unos neumáticos especiales para la arena del desierto. El Skoda 633 aún conservaba los neumáticos estándar Kudrnáč Everit fabricados en Náchod.
Skoda Hispano-Suiza 25/100 KS (1928): el coche de lujo de la Primera República Chevoslovaca
El 24 de febrero, el 633 con carrocería verde oscuro tocó suelo africano en Argelia. Hanuš recorrería 6.546 kilómetros a través de las colonias francesas desde Argel, capital de Argelia, hasta Dakar, la capital de Senegal. Con tan solo 442 kilómetros de carreteras decentes hasta llegar a Laghouat, el Skoda pronto se adentró en una pista de polvo en la que Hanuš recorrería 211 kilómetros siguiendo los postes de telégrafo hasta llegar a Ghardaïa.
La etapa más complicada del viaje requirió de un guía africano

En estos primeros 653 kilómetros, el coche y su intrépido conductor se enfrentaron a un enjambre de langostas y tan solo se detuvo por un clavo frente a un hotel en Ghardaïa, siendo este el primero de los dos pinchazos que sufrió el aventurero Skoda de 33 CV. Hanuš se enfrentó a diferentes terrenos y superficies en su viaje hasta el punto de reabastecimiento en el oasis de El Golea, en el sur de Argelia, hasta llegar a la primera meta de Reggane.
Fue a partir de Reggane cuando empezó el verdadero Sáhara. El siguiente tramo tenía una extensión den 1.100 kilómetros, con una sola estación de suministro a mitad de camino hacia Tabankort, en Malí. Antes de iniciar el tramo más complicado de su viaje, Jiří Hanuš revisó el coche, engrasó el chasis y ajustó los frenos. También se aprovisionó con 173 litros de gasolina, 25 litros de agua corriente, 3 litros de agua mineral y 15 litros de aceite.
Hanuš viajaba con 52 litros menos de los que debía llevar por seguridad y con un guía africano, Bakik, que no sabía conducir. Por tanto, el aventurero checo debía hacer frente al calor y a la fatiga, así como ha racionar los suministros antes de llegar a la frontera con Sudán. Desde Reggane hasta Gao, una vez superado Tabankort, había una distancia de 1.300 kilómetros que Hanuš, su guía y el Skoda 633 recorrieron en 48 horas, en lugar de en las 72 horas que eran habituales.
Los últimos kilómetros de esta aventura a través del continente africano

Tras dejar a Bakik, Hanuš continuó a lo largo del río Níger hasta la capital del país, Niamey. Al día siguiente, el joven aventurero condujo hacia Uagadugú, la capital de Burkina Faso, y luego vía Bobo-Dioulasso a Bamako, la capital de Malí, que entonces era capital del Sudán colonial francés. En Bamako pasó dos días descansando y lubricando el coche antes de volver a la carretera con destino a Dakar a través de Kayes, una región que aún en la actualidad sufre la fiebre amarilla, una enfermedad vírica que transmiten los mosquitos.
Las últimas etapas le llevarían a Koungheul y Kaolack antes de llegar a Dakar, donde olió el aire salado que anunciaba su proximidad al océano Atlántico. Un total de 15 etapas le permitieron completar los 6.546 kilómetros que separan Argel y Dakar, con una media diaria de 436,6 kilómetros y una etapa maratoniana que permitió a Jiří Hanuš y su Skoda 633 recorrer 727 kilómetros.
Ya en la línea de meta, el coche viajó en barco desde Dakar hasta las Islas Canarias y, de allí, a Gibraltar en un trayecto de cuatro días. El 17 de marzo de 1933, un mes después de iniciar su aventura, Jiří Hanuš llegó a casa con un total de 9.716 kilómetros recorridos y un consumo medio de combustible de 13,75 l/100 km. Como anécdota a la historia del Skoda 633 que cruzó el Sáhara hace 90 años, entre 1979 y 1994, el famoso Rallye París-Dakar transitó por una ruta muy similar a la que recorrió Hanuš.