Lancia, uno de los constructores más exitosos de la historia de los rallies, llevaba diez años persiguiendo vencer en la prueba más impredecible y épica del mundo, sin conseguirlo. Lo había intentado por activa y por pasiva, en los 70 con el Fulvia y luego en los 80 con el Delta. Toda una década. Y, por fin, en 1988, lo logró. Por eso, el coche que firmó la gesta, el Lancia Delta Integrale HF que ganó el Rally Safari, pilotado por Miki Biasion y Tiziano Siviero, se ha convertido en todo un mito que hoy se expone en el Heritage Hub, el museo que el grupo Stellantis tiene en su histórica sede de Mirafiori (Turín). Así era y esta fue una de su historia, una de las más apasionantes de siempre.
Nacido en 1953 como un evento singular para celebrar la coronación de la reina Isabel II, con el nombre de East African Coronation Safari, para los años 80 este rally se había convertido en parte del Campeonato del Mundo. Y, además, era probablemente su prueba más dura y exigente, tanto para los coches como para los equipos, que debían atravesar tramos de sabana y hacer frente a mil y un dificultades.
Aquel 31 de marzo de 1988, se presentaron en la línea de salida de Nairobi (Kenia) 54 coches, entre ellos 17 Delta Integrale HF. Los mismos número hablan por sí solos del empeño que el Lancia Racing Team tenía en ganar. Y no sólo eso. También eran modelos nuevos, los Group A, que sustituían a los Delta HF 4WD del año anterior. Tenían mayores tomas de aire frontales, una nueva transmisión de seis velocidades y una suspensión reforzada. Pero, con todo, pesaban 23 kilos menos. Todo lo demás seguía igual: tracción a las cuatro ruedas, diferencial autoblocante frontal…

La versión preparada específicamente para el Safari tenía, para más inri, una mayor altura libre al suelo, luces adicionales y una carrocería reforzada. También unos importantes protectores externos que, por cierto, acabaron siendo providenciales. E incluso contaba con dos pequeñas trampillas en el techo para tratar de aliviar el insoportable calor que se sufría dentro del coche en aquellas latitudes.
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El rally no defraudó, como no solía, e hizo honor a su fama de dureza. De los 54 automóviles iniciales, tan sólo 14 completaron los 4.205 kilómetros de su recorrido. Otros 40 se quedaron por el camino. El dúo Biasion-Siviero soportó de todo: fatiga, estrés, riesgos y… ¡hasta un encuentro más que cercano con una cebra! Y, aunque este no tuvo grandes consecuencias para ninguna de las dos partes, el coche número 6 todavía muestra las marcas de aquel golpe en el guardabarros.

De hecho, FCA Heritage, que gestiona el museo, considera «fundamental conservar este coche, tan impregnado de gloria y significación», en su condición totalmente original. Es decir, «incluidas las ‘heridas’ sufridas durante la carrera». El caso es que, tras recuperarse de ese contratiempo, y rezando para que ningún otro cuadrúpedo se cruzase, los italianos se impusieron a sus rivales en el último sector y consiguieron sellar esa victoria que Lancia llevaba diez años ansiando. Lo hicieron, por cierto, con una marca italiana y un patrocinador (Martini) italiano. Pleno transalpino en África. Por cierto, después el Delta Integrale siguió ganando el Rally Safari… otras dos veces, en 1989 y 1991.
Sin duda, una de las grandes historias del mundo de los rallies, y un curioso detalle (el guardabarros de la cebra en el primer Lancia Delta Integrale que ganó el Rally Safari) que buscar si las vacaciones este verano te llevan cerca de Turín.