Una de las cosas más gratificantes para un verdadero aficionado al motor es devolver a la vida un coche abandonado, sobre todo, si se trata de un modelo muy exclusivo como este. La tarea no es nada sencilla, porque requiere muchos recursos. Quienes se dedican de manera profesional a esto obtienen resultados extraordinarios, pero tiene más mérito cuando se hace por pura afición, como es el caso de este Ferrari Testarossa abandonado durante 17 años, que está listo para volver a circular.
Leonardo Junel, un reparador de Ferrari, compró este Ferrari Testarossa de 1988 a un tipo en Puerto Rico que lo había dejado abandonado durante 17 años. A partir de entonces, Junel y su equipo en la isla caribeña se pusieron manos a la obra para restaurarlo. En su canal de YouTube han ido subiendo varios vídeos donde mostraban la evolución del proyecto y ahora acaban de mostrar el estado en que ha quedado el lujoso deportivo italiano.
Este Ferrari Testarossa abandonado durante 17 años está listo para volver a circular
Parece que todavía quedan algunas cosas por hacer, pero son mínimas. Junel rescató el coche con apenas 24.000 kilómetros y se ha tomado su tiempo para restaurarlo. Existen numerosos canales en YouTube dedicados a la restauración de coches, como el de Matt Amstrong y Tavarish, que han devuelto a la vida modelos de McLaren, Porsche o BMW, haciendo un trabajo realmente exquisito.
Pero, a diferencia de Amstrong, que hace las reformas en cuestión de semanas, Junel se ha tomado mucho más tiempo con el Testarossa. En cualquier caso, el resultado es excelente, lo que da más valor al trabajo realizado por estos chicos de la isla caribeña.
Los restauradores profesionales pueden ‘resucitar’ cualquier coche, siempre que cuenten con los medios necesarios y, por supuesto, dinero. Pero es mucho más interesante cuando una restauración la hacen aficionados, movidos por pura pasión por el coche que tienen delante. Personas que se tiran a la piscina antes de ver si hay agua. Puede que este Ferrari Testarossa no gane ningún premio en algún concurso de elegancia, pero el hecho de rescatarlo del olvido por unos aficionados puertorriqueños, sin un taller y medios adecuados, lo hace aún más especial.