Nadie puede poner en duda que el Golf es uno de los coches que más páginas han escrito en la historia del automóvil, aunque nunca dejaremos de conocer nuevos capítulos. Como el que te traemos aquí: hubo un Volkswagen Golf con con piezas del Audi RS4, Lamborghini Gallardo, VW Phaeton y Bentley Continental GT.
Corría el año 2007 y la Volkswagen estaba entonces bajo la dirección de Martin Winterkorn. Ese año, Winterkorn reunió a los empleados de la compañía para realizar un importante proyecto, algo especial, de cara al festival de Wörthersee. Los diseñadores pusieron sobre la mesa un Volkswagen Golf (prueba) equipado con un motor W12 de Ferdinand Piëch, procedente de un Bentley y el CEO alemán dio luz verde.
El Volkswagen Golf con piezas del Audi RS4, Lamborghini Gallardo, VW Phaeton y Bentley Continental GT

El equipo encargado de tal obra contaba solo con dos meses para llevar le GTI superdeportivo a buen térmico, muy poco tiempo para crear un vehículo. Así que tiraron de piezas de otros modelos del grupo. En una carrocería ensanchada de un Golf, se instaló un motor de 12 cilindros en W de 6.0 litros procedente de un Bentley Continental GT, que producía 650 CV de potencia.
El coche era capaz de superar los 320 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en menos de 4 segundos. Más que un Golf, era una amalgama de piezas con carrocería de Golf. Los frenos delanteros procedían de un Audi RS4, mientras que los traseros eran de un Lamborghini Gallardo. Por su parte, la caja de cambios se tomó prestada de un Volkswagen Phaeton.
Un Golf con motor trasero

El motor W12 era tan grande que no cabía en el vano motor, así que hubo que recurrir a la zona posterior. Para ello, los ingenieros eliminaron los asientos traseros y ubicaron el motor justo detrás del conductor. Fue necesario también quitar el depósito de combustible y montaron una pila de combustible debajo del capó.
La carrocería aumento de tamaño en anchura en 16 centímetros en la base para acomodar el aumento del ancho de vías. La marca instaló también unas tomas de aire contundentes para refrigerar el motor. Y para aligerar peso, el techo fue sustituido por otro de fibra de carbono.
Una demostración de fuerza

El resultado de este trabajo fue un Golf con líneas suaves, pero con un aspecto muy radical como jamás se ha visto y con una experiencia de conducción inigualable. El interior recibió algunas modificaciones y, sorprendentemente, las levas del cambio, los controles HVAC y otros interruptores no funcionaban, aunque se le podía perdonar, dado el breve plazo de tiempo para desarrollarlo.
La entrega de potencia era aparentemente lineal, no era un coche ágil y era bastante difícil de controlarlo en las curvas. Como era de esperar, el motor nunca salió de su fase conceptual. Fue simplemente una demostración de fuerza para Volkswagen, pero un capítulo más en la historia de este mítico modelo.
Fuente: The Drive