Toda marca tuvo una época dorada y toda marca ha lanzado al mercado modelos emblemáticos. El caso de Volkswagen no iba a ser menos, una firma que ha gozado de algunos de los vehículos más míticos de todos los tiempos, tales como el Volkswagen Escarabajo.

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Sin embargo, la gente de Wolfsburgo se las ingenió para hacer de su icónico modelo un vehículo aún más especial. Para ello crearon al Volkswagen Escarabajo GSR, una variante con la que el Beetle sacó a relucir su lado más picante y deportivo, además de convertirse en todo un mito.

Volkswagen Escarabajo GSR frontal

Volkswagen Escarabajo GSR: una variante deportiva

Debemos remontarnos al año 1973, momento en el que se producía el Volkswagen Escarabajo 1302 y 1302 S. Básicamente se trataba de una mejora del modelo en sí que incluía un mayor espacio para el maletero -260 litros-, un nuevo sistema de suspensión MacPherson y un motor de 1.600 cc capaz de producir 60 CV.

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Sin embargo, la firma alemana estaba dispuesta a mejorar aún más a su icono, algo que fue posible de la mano del Volkswagen Escarabajo GSR. Dichas siglas hacían referencia a Gelb-Schwarzer Renner, cuya traducción literal del alemán es algo parecido a «coche amarillo y negro de carreras».

Su estética se caracterizaba precisamente por combinar los colores amarillo y negro, dos tonalidades que se fundieron con el Escarabajo. Además, esta edición especial incluía unas llantas específicas de 15 pulgadas calzadas con neumáticos Pirelli Cinturato CN36 de altas prestaciones.

Volkswagen Escarabajo GSR trasera

El exterior, además de contar con la característica fusión de colores, también presentaba los parachoques tanto delantero como trasero pintados en negro mate, tonalidad que se repite por diferentes elementos estéticos a excepción del espejo retrovisor y de las carcasas de los faros.

El interior contaba con unos asientos deportivos, un volante de tres radios de cuero y el logo de Volkswagen rematado en rojo. Sin embargo, el Volkswagen Escarabajo GSR no solo era estética, sino también exclusividad y deportividad. Y es que la combinación de su motor bóxer de 60 CV con un bajo peso hacían que el GSR fuese todo un portento de deportividad, aunque eso sí, para tan solo 3.500 afortunados.

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