En 1990, durante una entrevista en el programa ‘Domingo deporte’ de TVE 2, ante la pregunta del entrevistador «¿ya tienes sitio para poner la copa de campeón del mundo?», Carlos Sainz mostró su prudencia: «Quedan aún tres carreras, pero hablar de un campeonato que aún no se ha conseguido me parece prematuro, y te rogaría que hablemos de otra cosa porque no me divierte nada. Me parece un tanto absurdo. Tenemos posibilidades, pero tenemos que correr más carreras. Por desgracia, conozco la mecánica y sé que a veces te puede hacer una mala pasada, no solo una vez, sino muchas». El madrileño estaba en lo cierto, como pudo comprobar en 1998…
La ‘mala suerte’ de Carlos Sainz
En la última prueba de la temporada, el Rallye de Inglaterra de 1998, en el último tramo, a solo 700 metros comenzaba a fallar el motor del coche del piloto que iba a proclamarse campeón del mundo; y a 200 metros, se paraba.
Carlos Sainz y Luis Moya en el Rallye de Inglaterra de 1998.
En la rueda de prensa posterior, Sainz declaraba: «En la historia del deporte, en pocas ocasiones, se podrá decir que ha habido un final tan dramático y de tan auténtica mala suerte». Por su parte, Luis Moya, al lado derecho de Sainz, manifestaba: «Independientemente de que sea un fallo o de que haya una pieza mal, que puede pasar, pero que pase en el momento en que pasó, es una crueldad terrible». Pero como siempre, sacó su lado optimista: «Podía haber sido peor. Podíamos haber terminado el tramo como campeones del mundo y que se rompiese después de la asistencia».
Pero ¿qué ocurrió realmente ese fatídico 24 de noviembre de 1998 y qué originó este triste desenlace? Una biela defectuosa.
En el Rallye de Gran Bretaña 1998, el equipo Toyota estaba compuesto por Didier Auriol y Denis Giraudet y Carlos Sainz y Luis Moya, formación a la que se sumaron Marcus Gronholm y Timo Rautiainen. En esa prueba, el francés se retiraba por un problema en el embrague y el finlandés, por uno en el motor: la rotura de una biela.
Tras el accidente de Tommi Mäkinen en el sexto tramo cronometrado, en el que destrozó la rueda derecha de su coche al golpear contra un bloqueo de cemento y tras ser parado en un control policial, tuvo que abandonar. Por ello, a Sainz le bastaba con acabar cuarto para sumar los puntos necesarios para proclamarse campeón del mundo de rallyes por tercera vez. Ese motivo hizo que Sainz comentase al equipo bajar la potencia del Toyota Corolla para reducir riesgos: «En ese rallye llevábamos dos días yendo muy despacio. Quise bajarle la potencia al coche. El equipo dijo que no, que era seguro».
Y a unos escasos metros del final del tramo de Margam ocurrió la tragedia. «Aproximadamente, a 700 metros yo creo que ha salido una biela por un costado y el coche se ha parado. Lo primero que piensas es que el tema es grave, porque el sonido del motor ha cambiado y he visto que salía fuego por la parte delantera del capó y que probablemente fuese aceite», manifestaba Sainz en la rueda de prensa posterior, junto a Luis Moya, ambos todavía conmocionados. «Seguramente se hubiese roto antes si hubiésemos ido a un ritmo más rápido», expresaba 22 años después en una entrevista concedida por ‘El Matador‘ a Antonio Ponseti.
Carlos Sainz y Luis Moya después de apagar el incendio en el Toyota Corolla en el Rallye RAC de 1998.
Al día siguiente de acabar el rallye, Carlos tendría que haber dado una serie de vueltas a unos periodistas, típicos eventos que se realizan después de finalizar las pruebas mundialistas. Por razones obvias, el piloto español no se quedó. Para el acto repararon el coche de Auriol, el mismo que había obligado al francés a abandonar por una avería en el embrague. Pero después de unas vueltas, también rompió una biela.
Los coches de calle de Carlos Sainz: su garaje privado
Según manifestó Sainz en esta misma entrevista, los tres coches rompieron la misma pieza y ello fue debido a un grupo de bielas que había salido defectuoso.