Hay una anécdota curiosa que involucra a la persona que revolucionó los ordenadores personales -más tarde también lo haría con los smartphone- con cierto fabricante alemán del que todos hemos oído hablar. Y el nexo de unión entre dos industrias que, aparentemente, nada tienen que ver entre sí, fue el diseño. Al parecer, Steve Jobs quería que el primer Macintosh fuera “como un Porsche”, concretamente como su Porsche 928 (prueba).

Hace casi cuatro décadas que Apple lanzó su primer ordenador personal, el Macintosh 128k. El equipo salió a la venta el 24 de enero de 1984 tras una presentación en Cupertino con el propio Steve Jobs como maestro de ceremonias. Rápidamente se convirtió en un éxito comercial, a pesar de sus limitaciones técnicas. Sin embargo, su configuración todo en uno, que integraba el disco duro bajo la pantalla y separaba el teclado del propio ordenador sentó las bases de lo que acabaría siendo una revolución en el campo de los ordenadores personales.

Steve Jobs quería que el primer Macintosh fuera “como un Porsche”

Pero el Macintosh 128k también destacó por otro aspecto: su diseño. Con una forma de cubo, algo que Jobs le fascinaba, se alejaba del concepto frío y gris de otros equipos informáticos de la época. Y para concebir este ordenador, el genio póstumo se inspiró en el mundo de la automoción.

Porsche utilizó mulas de Audi, Mercedes y Opel para el desarrollo del 928

Hace ya algunos años, Andy Hertzfeld, un desarrollador de software cuya oficina estaba al lado de aquella en la que Steve Jobs y James Ferris, director de servicios creativos de Apple, tuvieron una conversación acerca del diseño que debía tener el primer Mac, reveló algunos detalles interesantes sobre esta reunión y la temática con la que deseaban comparar el ordenador.

steve jobs macintosh porsche

Al parecer, Steve Jobs señaló: “Necesitamos un look clásico, que nunca pase de moda, como el Volkswagen Beetle”. A esto, James Ferris le respondió: “No, no es correcto. Lo que necesitamos es una línea voluptuosa como la de un Ferrari”. Sin embargo, el propio Jobs decidió que no debía ser tan italiano y que debía parecer más un producto de Stuttgart: “No es un Ferrari, esto tampoco está bien. ¡Debería ser más como un Porsche!”.

Era 1981 y, en ese momento, Jobs era dueño de un Porsche 928. No sabemos si el coche finalmente inspiró el diseño del Macintosh 128k o si simplemente lo tomaron como ejemplo. Lo que sí sabemos es que el Mac llegó en 1984 y que destacó principalmente por su diseño. Hoy es una reliquia de colección, algo parecido a lo que pasa con el 928.

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