La picaresca no entiende de confinamientos de ningún tipo y tampoco de restricciones o limitaciones de movilidad. Los ladrones de la industria del motor siguen teniendo en su punto de mira una pieza que, desde hace un tiempo, se ha convertido en su preferida. Y es que los catalizadores siguen siendo un valioso objeto de deseo para este tipo de delincuentes.
El catalizador es un componente del sistema de escape cuya función pasa por modificar químicamente los gases para reducir las emisiones contaminantes. Contiene un panel de cerámica impregnado con un recubrimiento de paladio, rodio y platino (metales preciosos) que al entrar en contacto con los gases nocivos reaccionan y generan gases nobles o inertes que son menos contaminantes. La vida útil de esta pieza es de unos diez años, pero esos metales mantienen sus propiedades y se reciclan para darles otros usos.
¿Cómo se roba un catalizador?
La ubicación accesible del catalizador y esa composición de metales preciosos dan lugar a un binomio muy valioso. Tanto es así que, muchas veces, este tipo de robos se llevan a cabo bajo pedido y lo normal es que sean bandas las que perpetran estos delitos ya que se necesita cierta infraestructura para llevarlos a cabo.
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Y, ¿cómo se roba un catalizador? Si tienen un mínimo conocimiento de mecánica, tardarán unos minutos en desmontar dicha pieza. En otros casos cuentan con herramientas específicas, pero lo habitual es que actúen rápido. O lo que es lo mismo: cortan el escape por la zona más próxima al catalizador o, incluso, lo arrancan tirando con una cadena.
¿Hay algún modelo preferido? Lo cierto es que no tienen preferencias. Normalmente se decantan por coches que tienen cierta edad por una simple razón: sus dueños no tienen muchos reparos a la hora de aparcarlos en la calle. Los vehículos industriales también suelen ser un objetivo porque sus catalizadores son más grandes y más fáciles de robar. Y, por último, suelen moverse en aparcamientos y zonas retiradas, aunque los garajes comunitarios tampoco se libran de estas acciones.
El gasto para el conductor
Un catalizador nuevo puede costar entre 300 y 500 euros ya que recurrir a un desguace para encontrarlo de segunda mano se antoja complicado porque ellos tampoco se libran de este tipo de robos. A esta cifra tenemos que sumar el coste de las piezas que se hayan llevado por delante o que hayan dañado durante el hurto. Una reparación que, en total, puede llegar a costar entre 1.000 y 1.500 euros.
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Si te estás preguntando por el papel que juega tu seguro en este tipo de acciones, la respuesta es que dependerá del tipo de póliza que tengas y de la propia aseguradora. Si tienes un todo riesgo puede que sí te lo cubra, pero no ocurre con todos los contratos y habitualmente suelen pagar, como máximo, el 80% del coste total. Otras compañías no se hacen cargo si sólo ha sido el catalizador la víctima del hurto y en algunos casos pueden llegar a considerarlo siniestro si el vehículo tiene varios años y supera el valor venal.
¿Puedes evitar que te roben el catalizador?
A nivel personal, las autoridades recomiendan aparcar el coche en aquellos lugares en los que no sea fácil para los delincuentes manipular los bajos del vehículo. Y si lo dejas en un garaje comunitario no está de más contar con cámaras de seguridad ya que funcionan como elemento disuasorio ante posibles robos.