Erhard Schnell, diseñador considerado el padre del Opel GT, el primer coupé de la firma de Rüsselsheim, fue el encargado de dar vida al sucesor natural del Manta. Este trabajo, en el que puso “un montón de corazón y de espíritu”, debía transmitir el espíritu y conseguir el éxito de este último y de los anteriores: GT y Monza. Schnell manifestó que necesitaba tener un lápiz en su mano para poner sus pensamientos en un papel y no un ordenador, puesto que éstos “no pueden ser creativos”. Y así es como nació el Opel Calibra una tarde de 1980.
Nueve años pasaron hasta su presentación en el Salón de Frankfurt. Este nuevo coupé de cuatro plazas fue mostrado en la famosa cita alemana. Allí llamó la atención por sus afilados trazos que permitían un coeficiente de tan solo 0,26, consagrándose como el coche de producción con la mejor aerodinámica.
No solo presumía de diseño -solo hay que echar un ojo a los limpiaparabrisas ocultos o a los canales de drenaje escondidos en el techo-, también alardeaba de tecnología: suspensión trasera independiente y semi independiente, tracción a las cuatro ruedas opcional, motores de gasolina con catalizadores incorporados de serie, ABS, faros estrechos con gran haz de alcance, paragolpes delanteros y traseros diseñados para absorber gran parte de la energía ante una colisión… Muchos de los elementos del Opel Calibra, como las alfombrillas, estaban hechas de polipropileno, material que se podía reciclar hasta cinco veces, y otros, de plástico, construidos de tal manera para que pudiesen ser retirados rápida y fácilmente después de un accidente.
Este coupé, que tomó como base el Vectra, sedán del mismo segmento del fabricante alemán que por aquel entonces se vendía, igual que el Manta con el Ascona, tuvo una gama de motores bastante amplia, que en un principio iba del bloque de acceso 2.0 de 115 CV (C20NE), con el que lograba llegar hasta los 203 km/h, hasta el 2.0 16V y 150 CV (C20XE), más conocido como ‘Tapa roja’. Este propulsor permitía al Calibra 16V alcanzar los 223 km/h y presumir de un consumo en ciclo combinado de tan solo 7,7 l/100 km. Más tarde llegó el potente Calibra Turbo con su 2.0 de gasolina (C20LET), 16 válvulas y 204 CV –motor que también acopló el Vectra Turbo-.
A estas impresionantes cifras se unía, de serie, la tracción a las cuatro ruedas, sin olvidar la caja manual de seis relaciones, los asientos deportivos y unas llantas ligeras de 16 pulgadas que montaban neumáticos en medida 205/50. Por cierto, el Calibra estaba desde el momento de su lanzamiento en 1990 con un sistema de tracción a las cuatro ruedas, además de la variante de tracción delantera para ambas configuraciones del motor de 2,0 litros.
El más bruto de los motores llegó en 1993 con la edición especial del Calibra Keke Rosberg, justo a tiempo para su debut en el Campeonato Alemán de Turismos (DTM). A la gama se suma un V6 de 2,5 litros y 170 CV, que junto al 2.0 de cuatro cilindros vistieron el blanco y amarillo Opel en su variante DTM.
En 1994, además del restyling que le otorgó cambios en su interior, exterior y equipamiento también recibió un nuevo propulsor que, por las normas anticontaminantes, sustituyó al C20XE. Esta novedad ecológica era el 2.0 16V de 136 CV (X20XEV).
El equipamiento de serie del Opel Calibra era bastante generoso: dirección asistida, caja de cambios de cinco relaciones de relación cerrada, sistema de sonido con seis altavoces y lunas tintadas. Entre los elementos opcionales se encontraban el aire acondicionado, una caja automática de cuatro velocidades y el techo solar eléctrico.
En 1996, el Opel Calibra pasaría a la Historia gracias a Manuel Reuter, el piloto que encumbró a los altares el famoso coupé alemán gracias a su victoria en el campeonato mundial ITC y en el Deutsche Tourenwagen Meisterschaft. En mayo de ese mismo año, la firma de Rüsselsheim lanzó la edición ‘Cliff Motorsport’, que vestía la misma pintura del coche Clase 1 de Reuter, rebajaba el chasis en 20 mm y equipaba unas llantas BBS ultra ligeras (7J X 16).
Para poner punto y final a este exitoso modelo, Opel lanzó en 1997 la versión limitada ‘Last Edition’, edición que estuvo a la venta hasta finales de abril de ese mismo año. El Calibra Last Edition, que estaba disponible con los motores 2.5 V6 o 2.0 de 136 CV, equipaba un chasis deportivo, llantas BBS, acabado en cuero y aire acondicionado.
Tras siete años y 238.647 unidades producidas, el 29 de agosto de 1997 el Opel Calibra se dejó de fabricar en Rüsselsheim y en Valmet (Finlandia) dejado un legado antológico.