Mazda sorprendió a propios y ajenos en el Salón Internacional del Automóvil de Frankfurt de 1991. Aquellos que tuvieron la oportunidad de asistir al evento se encontraron con algo que llamaba la atención en el stand de la marca japonesa y no se trataba de ninguno de sus novedades. Entre sus modelos destacaba un coche-maleta capaz de circular a 30 km/h.

PRUEBA: Mazda MX-30 1st edition

El primer prototipo de este peculiar invento fue destruido por accidente, pero todavía se conserva el segundo. Y funciona. La idea del coche-maleta nació de la mano del ingeniero Hiroyuki Nakashima para ser presentada en el Fantasyard, una interna organizada por Mazda en la que la marca premia al invento con ruedas que sea más creativo e innovador.

Para ello, montó un equipo formado por siete ingenieros de Mazda que diseñaron un plan de acción de seis meses para convertir su coche-maleta en una realidad. Su fuente de inspiración para crear este vehículo “en forma de maleta fácilmente transportable en un viaje de negocios o de placer” fueron los diferentes vehículos de James Bond.

Coche-maleta de Mazda

Una maleta y una moto

El punto de partida fue una maleta Samsonite, pero no una cualquiera: compraron la más grande que había en el mercado en ese momento. Tenían el continente, pero faltaba el contenido: una moto Pocket Bike con motor de 33,6cc y 1,7 CV de potencia. Ésta se incorporó a la base del equipaje y en los huecos que dejó libres colocaron el manillar y las ruedas.

Mazda RX500 (1970): el prototipo de superdeportivo de Mazda

El coche-maleta de Mazda se movía sobre tres ruedas pequeñas y muy compactas: medían diez centímetros. Las dos traseras iban conectadas al diferencial, donde colocaron un pequeño motor, se desmontaban y se guardaban en la maleta rápidamente. La delantera, por su parte, iba asociada al manillar y se plegaba fácilmente. El conductor se situaba sobre un pequeño soporte que hacía las veces de asiento.

Coche-maleta de Mazda

Un minuto

Así fue cómo Mazda creó un vehículo que se montaba en un minuto, era capaz de circular a una velocidad de 30 km/h y tenía una autonomía de unas dos horas de uso. Tiempo suficiente para recorrer una distancia considerable teniendo en cuenta que hablamos de un coche-maleta.

Por desgracia, Mazda nunca llegó a comercializar este invento aunque sí se habló de precios: en aquel momento, el prototipo costaba 4.000 euros y si se hubiera puesto en marcha su producción en serie se podría haber vendido, según Popular Science, por 1.600 euros. Al menos, se llevó el premio del Fantasyard en 1991.

Dejar respuesta

Por favor, introduce tu comentario
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.