El mundo del motor no recuerda el glorioso pasado de Aston Martin por el DB4… a pesar de que fue el primer modelo construido en la planta de Buckinghamshire (Inglaterra) a finales de los años cincuenta. Esa distinción está reservada para su sucesor. Esta es la increíble historia del Aston Martin DB5.
Corría el año 1963 cuando se concibió el relevo del Aston Martin DB4. Un modelo que era aún más elegante que su antecesor por complicado que esto pareciera. La silueta estaba firmada por el carrocero italiano Carrozzeria Touring Superleggera, que fue el encargado de poner el envoltorio a aquella ingeniería británica.
Bond, James Bond
Lo cierto es que el DB5 no era más que una actualización del DB4: el motor pasó a ser de 4 litros en lugar de 3.7, entregaba una potencia de 282 caballos, tenía una nueva transmisión manual de 5 velocidades y, evidentemente, era más rápido. Teniendo en cuenta esto es inevitable hacerse la pregunta: ¿cómo se convirtió aquel Aston Martin en uno de los modelos más famosos y queridos de la marca británica?
La respuesta la tiene Bond, James Bond. Un año después de ser presentado al mundo, el Aston Martin DB5 debutaba en la gran pantalla como si de una estrella de cine se tratase. John Stears, el director de efectos especiales de la película convenció a los británicos para que le dejasen una unidad: en ese momento no podían adivinar que aquel coche compartiría protagonismo con el mismísimo Sean Connery, el encargado, en aquel momento, de dar vida al agente secreto británico creado por Ian Fleming.
Un papel en seis películas
Su primera aparición se produjo en la película ‘Goldfinger’ de la saga y, además, dos Aston Martin DB5 participaron en la Feria Mundial de Nueva York de aquel año para promocionar el largometraje. La combinación de ambos hizo que se disparasen las ventas a partir de entonces. No obstante, el idilio acaba de empezar: desde aquel debut, el coche británico apareció en seis películas más de James Bond.
La decisión de Aston Martin de presentar el DB5 como compañero del agente perteneciente al Servicio Secreto de Inteligencia británico creó una imagen que no ha estado al alcance de casi ninguna otra marca. Y es que no se trata de un coche que ofrezca escandalosos niveles de potencia o velocidades estratosféricas, pero su encanto es único. Aston Martin continuó lanzando nuevas versiones de su línea DB en los años siguientes, pero ninguna de ellas se acercó al carácter del DB5.