Más de cien años contemplan a Opel como fabricante de coches y durante todo ese tiempo siempre ha habido un leitmotiv que ha seguido la marca a la hora de bautizar a sus coches. De inicio, ya descartó utilizar combinaciones de letras y números, como ya hacen e hicieron otras firmas.
La casa de Rüsselsheim ha tenido que echar mano del ingenio y la creatividad para encontrar nomenclaturas que potenciaran el atractivo de sus automóviles, que su posicionamiento comercial fuese limpio y hablara bien de sus características.
PRUEBA: Opel Corsa A GSi (1988)
¿De dónde ha embebido la firma alemana para denominar a sus vehiculos? Numerosas han sido las semillas que ha plantado para el bautismo de sus apelativos.
A pesar de esas diferentes fuentes, fueron los seguidores de la marca quienes nombraron al primer Opel. El pueblo (no la dirección de la empresa) quiso que el Opel 4 PS de 1921 se llamara en Alemania “Laubfrosch” (rana verde), debido a su tamaño compacto y el color verde que utilizaba la firma en la época.

Catorce años después de la rana llegaría el primer nombre comercial de la compañía Habría que esperar una década para ver a la compañía que hoy en día pertenece a Stellantis dar un nombre comercial a todos sus lanzamientos.
El precursor fue el Opel Olympia que, en 1935, aprovechó la expectación por los Juegos Olímpicos de Berlín del año siguiente, y el Opel Kadett que, en 1936, continuó la tradición de utilizar grados militares para designar y situar a sus vehículos dentro de la gama. Esa concepto surgió con el modelo de gran lujo Opel Regent en 1928.
Al Kadett (cadete), un modelo compacto y económico se le unirían como modelo superiores el Opel Kapitan, en el segmento medio-alto y el Opel Admiral, en lo más alto de la gama.
Opel HydroGen3, cuando un prototipo de hidrógeno asistía a los clientes de IKEA
Tras la Segunda Guerra Mundial se continuaría con esta dinámica de apelativos con términos como la serie KAD que, en 1964, designaba a los Opel Kapitan, Admiral y al Diplomat. Tres años después se sumaría, entre el Kapitan y el Admiral, el Comodore (Comodoro).
En 1978, apareció el Opel Senator, que fue el vehículo oficial de los ministros del Gobierno de España durante las últimas décadas del siglo XX.
Con la llegada de los años 70, Opel buscó otras temáticas para dar nombre a sus modelos, empezando por los más exclusivos y deportivos. Así, el Opel Ascona expresaba lujo y confort utilizando el nombre de una ciudad suiza a orillas del Lago Mayor, donde son habituales las mansiones de alto standing.
De igual manera, el Opel Manta buscaba dar una sensación de aerodinámica, elegancia y velocidad rindiendo homenaje a un pez que reúne todas esas características: la manta raya.

La auténtica revolución llegaría con el Opel Corsa, con el que se buscó un nombre con raíces mediterráneas que, además, hiciera destacar la faceta más deportiva de este compacto urbano. Con “Corsa” se lograron ambos objetivos, al elegir un vocablo que quiere decir “Carrera” en italiano.
El latín está en el origen de modelos como el Opel Vectra o el Opel Astra (estrellas), que toma el nombre de la versión británica del Opel Kadett, el Vauxhall Astra, en 1991 o el Opel Agila de 2000, que proviene de “agilis” (ágil) y no del rey visigodo o del LP de Extremoduro.
También procede de los idiomas romances el Opel Insignia, una berlina del segmento D que se proclamaba como la bandera o el buque insignia de la firma alemana.
A principios del siglo XXI la marca del rayo se convirtió en pionera de la electrificación. El Opel Ampera, y su sucesor, el Opel Ampera-e, son un homenaje al científico francés André‑Marie Ampère y al amperio, la unidad que mide la intensidad eléctrica.
Ya en nuestros días y en clave de SUV en Europa, los nombres elegidos han apostado por el exotismo, como el Opel Mokka, que busca una clientela sofisticada, con carácter y llena de energía, como el tipo de café.
En otros casos, se alude a la vocación aventurera y de exploración de los límites con denominaciones como Opel Frontera, Opel Crossland u Opel Grandland.