“No dejen a los alces lamer sus coches”. Este fue el mensaje que durante el fin de semana pasado circuló por las redes sociales convirtiendo la advertencia en un fenómeno viral. Y es que aunque parezca una broma, el consejo procede de las autoridades de Canadá: piden a los conductores que prohíban a los alces lamer los vehículos.

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Para encontrar el escenario de esta pintoresca petición tenemos que viajar hasta Jasper, una ciudad alpina ubicada en la provincia canadiense de Alberta. Allí han instalado una serie de letreros con el mensaje sobre los citados mamíferos y su pasión por la sal. Muchos pensaron que era una broma, pero lo cierto es que es algo habitual en algunas partes de este país de América del Norte.

Canadá: no dejen a los alces lamer sus coches

En medio de las Montañas Rocosas de Canadá se encuentra el Parque Nacional de Jasper, un lugar lleno de lagos que se alimentan de los glaciares, bosques y ríos. Las imágenes que acompañan a este artículo fueron tomadas en una de sus carreteras: Maligne Lake Road. Se trata de una zona donde se ven con frecuencia alces durante los meses de invierno.

Los alces y la sal

Resulta que a estos cérvidos les encanta el sabor de la sal que echan en la carretera para evitar los estragos de la nieve y el hielo. Con el paso del tiempo han descubierto que pueden acceder a un suministro (casi) infinito de sal en las carrocerías de los coches que visitan la zona.

Canadá: no dejen a los alces lamer sus coches

Steve Young, portavoz del Parque Nacional Jasper, ha explicado que todo empezó hace unos años como “un problema ocasional, pero ahora es demasiado común. La gente se acerca demasiado a los alces alimentando su obsesión por la sal gracias al acceso que tienen a los vehículos”.

Peligro en las carreteras

La disminución de la población de lobos ha hecho que el número de Alces que viven en Jasper haya crecido considerablemente en los últimos tiempos. Con mayor presencia, han aumentado las interacciones con los humanos que son, cada vez, más frecuentes. Algunas personas deciden alimentarlos atrayéndolos hasta las carreteras sin ser conscientes de los problemas de seguridad vial que pueden causar… y sin tener en cuenta que, en Canadá, está prohibido alimentar o perturbar la vida silvestre en los parques nacionales si no quieren enfrentarse a multas de hasta 30.000 euros.

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