Que la movilidad del futuro será eléctrica, parece que está claro y nadie lo duda. Sin embargo, el coche eléctrico entraña algunas dificultades, principalmente, una: las baterías. Este elemento fundamental para que el vehículo funcione resulta muy caro de fabricar, porque contiene minerales como el cobalto, el litio y el grafito que, además de caros, son finitos. Así que muchos científicos buscan soluciones alternativas y parece que han encontrado una: las baterías biológicas a base de tomates.

Se estima que las reservas mundiales de esos minerales necesarios para fabricar las baterías de los coches eléctricos podrían agotarse en 2032, según el Instituto de Economía Alemán (Institut der Deutschen Wirtschaft’). Por ello, la comunidad científica lleva años investigando para hallar alternativas más sostenibles y económicas para construir baterías de vehículos eléctricos que, como decimos, representan el futuro de la movilidad.

Baterías biológicas a base de tomates, la posible solución para el coche eléctrico

Baterías biológicas tomates

Y, a la luz de una investigación que ha llevado a cabo la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos, la solución podría estar en los tomates. Un grupo de científicos ha conseguido fabricar celdas electroquímicas biológicas o microbianas para baterías a base de restos de tomates, principalmente, cáscaras, y desechos de otras frutas y verduras estropeadas o podridas, no aptas para consumo humano.

La investigación, publicada en la revista Chemical Engineering Journal demuestra la eficacia de estos desechos biológicos para producir células de combustible que proporcionen energía de manera sostenible. Para ello, las células se valen de las bacterias para descomponer y oxidar la materia orgánica. Durante el proceso de oxidación, se liberan electrones que luego son capturados en la celda de combustible y se convierten en fuente de electricidad. El tomate contiene un pigmento caroteno, el licopeno, que actúa de mediador para las cargas eléctricas.

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Por el momento, los científicos han demostrado que se pueden generar 0,3 vatios con diez miligramos de residuos de tomates, una cifra anecdótica ahora, pero que podrá aumentar fácilmente, según los investigadores. Además de obtener energía de manera limpia, estas baterías biológicas a base de residuos orgánicos supondrían aprovechar millones de toneladas de productos agrícolas que terminan en la basura al año.

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