El antirrobo es un elemento habitual en prácticamente cualquier coche. Todos los conductores quieren tener cierta seguridad de que no les van a robar su vehículo, así que uno de estos dispositivos supone un extra, además de que suele disuadir a los cacos. Sin embargo, su presencia en el habitáculo cuando se va conduciendo puede suponer un peligro mortal.
Cuando se pone el coche en marcha, es habitual desmontar el antirrobo y dejarlo en los pies del copiloto, pues es la zona que está más a mano para el conductor. El problema de esto es que va suelto y cualquier objeto que no esté fijado, en caso de que se produzca un accidente, se convierte en un proyectil.
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Es lo que se llama el “efecto elefante”. Es cuestión de física: al llevar el vehículo una velocidad determinada, si se para de manera brusca, los objetos que haya dentro de él y estén sueltos, no se detendrán, si no que saldrán propulsados con una fuerza y peso mucho mayores al que tienen en realidad.
El efecto recibe el nombre de “elefante” porque en el caso de un pasajero en las plazas traseras que pese 75 kilos, yendo a 60 km/h y chocando, es el equivalente a unas 4 toneladas, más o menos lo que puede pesar un paquidermo.
La regla también se aplica a otros objetos más pequeños y cotidianos, alcanzando uno pesos que llaman la atención. Así, un smartphone de 110 gr, a 50 km/h pasaría a pesar 3,9 kg y a 90 km/h superaría los 12 kg. En las mismas condiciones, una tablet de medio kilo pasaría, respectivamente, a 23 y 75 kg.
En esta tesitura, un antirrobo, que puede pesar, dependiendo del modelo, 1 kg o más, y que encima suele estar hecho de metal, es un auténtico peligro si va suelto en caso de accidente.
Para solventar el problema, hay ejemplos como este antirrobo de Artago, con un formato semiflexible y que cuenta como principal punto a favor con el hecho de que se ata a la parte inferior del volante, pero también a la barra que hay debajo del asiento. De esta manera, cuando se está conduciendo se puede seguir dejando fijado a esta última, evitando que se produzca el “efecto elefante” en caso de accidente.
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