Por muy fiable que sea un coche es inevitable que, con el paso del tiempo, acabe dando pequeños problemas y haya que llevar a cabo reparaciones. Pero en ese momento, en lugar de maldecir nuestra mala suerte y quejarnos de lo injusto que es el mundo al grito de “¿Por qué a mí?”, habría que reflexionar si nosotros no tendremos parte de la culpa, y es que hay que tener en cuenta que hay 7 averías que provocas tu mismo en tu coche.
No se trata de cosas que hagas a posta, muchas de ellas serán por descuido o por simple desconocimiento, pero no por ello van a dejar de afectar a numerosos componentes de tu vehículo. Vamos a contarte cuáles son para que puedas ponerle remedio.
Acelerar demasiado con el coche frío
El coche es una máquina y necesita ‘entrar en calor’ para funcionar bien, sobre todo por lo que respecta al aceite, que debe coger la temperatura óptima y, además, unos segundos para rellenar todos los huecos donde debe actuar. Si no le das ese margen provocarás un desgaste innecesario del propulsor, pudiendo acortar su vida útil hasta un 50% y provocar roturas en sus componentes.
Llevar el motor demasiado desahogado
Tan contraproducente es llevar el coche muy arriba en revoluciones como pecar de quedarse corto, algo que puede afectar tanto al catalizador como a la válvula EGR y a los filtros de partículas por acumulación de carbonilla. La manera de evitarlo es intentar circular siempre en la zona media del tacómetro.
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Dejar pisado el embrague
Práctica muy común: dejar pisado el embrague en un semáforo o una detención que a priori consideramos corta. Aunque esté pisado a fondo sus partes internas siguen rozando entre sí, lo que afecta a los componentes. Es tan sencillo como poner punto muerto y olvidarse.
La mano sobre la palanca de cambios
Otro error de lo más habitual, llevar la mano encima de la palanca de cambios aunque no se vaya a cambiar de marcha. Por pequeña que sea, estarás generando presión sobre los mecanismos del sistema, lo que a la larga provocará desajustes, vibraciones e incluso que a las marchas les cueste más entrar.
Pisar los frenos demasiado
Los frenos hay que usarlos, pero también con cabeza. Es un error más común de lo que se cree abusar de ellos, sobre todo en bajadas, lo que los desgasta, puede generar deformaciones en los discos, con sus consecuentes vibraciones, y que el líquido de frenos ofrezca una menor resistencia. Para evitar estos problemas es clave saber jugar con el freno motor y con las relaciones de marchas.
Apagar el motor sin que descanse
Esto es clave si tu coche tiene un motor turbo: si ha hecho un viaje de largo recorrido, cuando llegues al destino, deja que repose estando en marcha y no lo apagues de golpe. De no hacerlo, debido a las altas temperaturas que alcanzan estos dispositivos, el aceite que haya acumulado se carbonizará provocando la avería.
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Sin miedo a los badenes
Por pequeño que sea el badén o resalto, supone un cambio de altura repentino que el coche tendrá que absorber, por lo que cuanto mayor sea la velocidad, mayor será el impacto. Esto puede tener como consecuencias que se pinche un neumático, que afecte a una llanta o que se rompa una rótula o un elemento de la suspensión. Basta con reducir la velocidad y aproximarse con cuidado.
Lo mismo ocurre a la hora de aparcar sobre un bordillo, el desequilibrio de altura entre una rueda o eje y el resto puede afectar de manera negativa a la suspensión.