Existen creaciones que son fruto de un proyecto de diseño y que no terminan por convertirse en un modelo de producción, sino que más bien nos muestran las futuras líneas de los modelos que llegarán en los años venideros. Sin embargo, muchos de estos concept cars nacen y son capaces de enamorar, aunque lamentablemente muchos de ellos acaban cayendo en el olvido. Uno de ellos lo rescatamos en este especial, el que sería el mejor roadster de la compañía española, el SEAT Fórmula Concept.
Nos trasladamos al final del anterior milenio, cuando en el Salón de Ginebra de 1999, la firma de Martorell deslumbraba a todos los asistentes con un prototipo de roadster que vaticinaba una nueva época para SEAT. Por aquel entonces, la marca buscaba una nueva imagen, por lo que comenzó a lanzar nuevos prototipos entre los que destaca el SEAT Bolero, un sedán de 330 CV, y el Fórmula Concept.
Conocimos un roadster de 3.943 mm de longitud, 1.758 mm de anchura y 1.152 mm de altura sin posibilidad de techo, con una altura de cintura muy elevada, voladizos cortos, enormes pasos de rueda, de estilo targa, una parrilla pequeña que definiría las utilizadas por SEAT en la segunda generación del León, entre otros, una zaga única y unos faros delanteros carismáticos totalmente redondos, todo ello en una carrocería de fibra de carbono. Uno de los puntos álgidos de su diseño fue el spoiler trasero que se desplegaba de forma automática a partir de 50 km/h, con lo que incrementaba la carga aerodinámica en el tren posterior
El interior, además, no hacía gala de ninguna comodidad. Un salpicadero completamente plano, dos asientos deportivos, un volante único, un cuadro de instrumentos nunca más replicado, el chasis de aluminio a la vista, al igual que las estructuras de absorción de impactos. Además, se trataba de reducir el peso (tan solo 900 kilogramos) para realzar su lado positivo mediante la eliminación del material insonorizante y la moqueta.
Para dar vida al SEAT Fórmula Concept los ingenieros siguieron con una filosofía de construcción única. En lugar de adaptar un motor ya existente, SEAT se fue al mundo de la competición y tomó el propulsor de cuatro cilindros y 2.0 litros turbo del SEAT Córdoba WRC, aunque en lugar de 300 CV generaba 240 CV a 5.800 rpm y 295 Nm de par motor. El propulsor se instaló en posición central trasera y se vinculó a una transmisión secuencial de seis velocidades también del modelo de carreras, con la que conseguía pasar de cero a 100 km/h en 4,8 segundos y alcanzar una velocidad punta de 235 km/h.
Fue creado por SEAT en el Centro de Diseño de Sitges, propiedad de Volkswagen, aunque lamentablemente terminó en la nave A122 donde SEAT almacena todas sus creaciones. La firma española decidió crear este ‘Lotus Elise español’ como un estudio de diseño que serviría para el desarrollo de nuevos modelos en una época en la que SEAT estaba a punto de reinventarse con el lanzamiento de modelos tan exitosos como el primer SEAT León (prueba), todo un superventas que sentó las bases de uno de los pilares fundamentales de la marca en el siglo XXI.