Amo mi trabajo. Las interminables horas en los aeropuertos, las sesiones de fotos en horarios intempestivos, la mayoría en días que, en principio, son para descansar; o las interminables madrugadas subiendo alguna que otra novedad que ha sido lanzada después de media noche son contrarrestadas con las oportunidades que me brinda esta bonita profesión, esas oportunidades que podemos vivir muy pocas personas a las que nos faltan multitud de ceros en nuestra cuenta bancaria. ¿Quién es el afortunado que puede probar un Porsche Cayman GT4, un Cayman cuyo motor deriva del 911 Carrera S y que algunos componentes, como el esquema de suspensiones o el chasis, son heredados del 991 GT3? Pocos, muy pocos… Y yo, por suerte, estoy en ese envidiado grupo.

Prueba Porsche Cayman GT4

El deportivo que descansa enfrente de mí, quieto, pasará a la Historia, eso lo puedo afirmar sin atisbo de duda. A pesar de que su motor bóxer de 3.8 litros y 385 CV está apagado, el vehículo en silencio impresiona. Su imagen es impactante, adictiva, sorprendente. Todo ha sido diseñado al milímetro para ofrecer el mejor rendimiento aerodinámico y una refrigeración óptima. Pero, además de tener esta parte funcional, también consigue que este Cayman sea el centro de todas las miradas. Unos paragolpes redimensionados, el frontal con tres grandes tomas de aire y un spliter; un enorme alerón trasero fijo con soportes de aluminio capaz de producir 100 kilogramos de carga en el eje trasero, el ‘Gurney Flap‘, el spoiler integrado en la carrocería; unas tomas de aire laterales y unas llantas de 20 pulgadas en color negro son los culpables de embelesar a cualquier mortal que se cruce con él.

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El habitáculo está forrado casi por completo en Alcantara, por lo que el aroma a competición es aún más palpable. El volante, de diámetro y grosor perfecto, y los asientos, confortables y que sujetan realmente bien el cuerpo, también están tapizados en piel vuelta. Gracias a la configuración de las banquetas y a que la distancia al suelo de la carrocería es 30 milímetros menor, encuentro una posición de conducción que roza la perfección y en la que mi trasero casi puede sentir el suelo. A pesar de esta característica, la cual considero una ventaja, el acceso a las banquetas es cómodo y la visibilidad es bastante buena, siempre y cuando seas consciente de lo que lo que tienes entre manos es un coupé biplaza.

interior Porsche Cayman GT4

Mi mano menos diestra, la izquierda, es la encargada de introducir al llave en la ranura, y esperando un sonido que sea el culpable de erizarme el bello, la giro. Sus seis cilindros opuestos comienzan a funcionar y el sonido que emana no defrauda. Mi sentido del oído trabaja a pleno rendimiento para no perderse ningún acorde de esa máquina de precisión que está colocada en posición central trasera; lo cierto es que la obra que crea no defrauda. Pero según recorro metros con él, me alegra saber que se una a la orquesta el escape deportivo regulable, que con tan solo pulsar un botón, el sonido se incrementa… ¡Qué fácil es hacerme feliz!

Desde un primer momento tengo una excelente sintonía con la caja manual de seis relaciones, que es la única opción disponible y que en los deportivos que hoy en día se comercializan, es un elemento en extinción. Por su tacto, por su precisión y por su rapidez no echo en falta la efectiva PDK de doble embrague -quizá solo por la dureza del embrague, parecida a la de un coche de carreras-, y menos cuando pulso el botón ‘Sport’, con el que entra en acción la función automática de doble embrague en las reducciones de marcha.

Prueba Porsche Cayman GT4

La dirección, a pesar de ser eléctrica, transmite fielmente lo que ocurre entre las ruedas y el firme. De esta forma, te brinda la oportunidad de buscar el límite, porque es rápida y como si de un reloj atómico de cesio se tratase, brilla por su precisión.

Después de pasar unas horas al volante, mi cuerpo no acusa la fatiga. La culpa la tiene su magnífica suspensión adaptativa ‘Porsche Active Suspension Management‘ (PASM), que es de serie y a pesar de ser muy dura y de impedir cualquier balanceo en curva o cabeceo en frenada, absorbe realmente bien las irregularidades de la calzada, adaptándose tanto a la carretera como al estilo del conductor. En el eje delantero se ha optado por unos McPherson reforzados con una cinemática probada en circuitos de competición, mientras que el trasero adopta soportes adicionales y específicos. La convergencia, la altura, la caída y las estabilizadoras se pueden ajustar individualmente para la utilización del Cayman GT4 en circuito.

Prueba Porsche Cayman GT4 Circuito del Jarama

Y es precisamente a un circuito donde el coche, por su naturaleza, me pide a gritos que lo introduzca; quiere enseñarme de qué pasta está hecho. Y qué mejor que el Jarama para exprimir al máximo su corazón bóxer de 3.8 litros. El tacómetro sube la aguja del cuentarevoluciones de forma fulminante hasta casi las 8.000 vueltas. En ese momento, el aullido del motor se funde con mi mente. Esa banda sonora de película, que tendría el Oscar asegurado, no para de repetirse; aunque no percibo un sonido, sino una deliciosa melodía compuesta por seis cilindros opuestos. Lo cierto es que no necesito escucharla, solo sentir, y se siente… Tampoco dejo de preguntarme cómo podría Porsche mejorar este GT4, porque por cómo pisa, cómo ataca una curva, cómo sale de ella, algunas veces ayudado por el diferencial trasero autoblocante ‘Porsche Torque Vectoring‘ (PTV), y cómo trabajan sus frenos perforados de 380 mm con pinzas de seis pistones y de cuatro atrás, creo que es una tarea imposible.

Prueba Porsche Cayman GT4

Hundo el pie derecho y el coche me regala una aceleración brutal. La primera marcha es muy larga, la segunda, también. Ha tardado 4,3 segundos en despedirse del 0 a 100 km/h, y los 160 km/h los recibe en 9,2 brevísimos segundos. El culmen llega cuando la aguja pasa de las 4.750 a las 6.000 vueltas, que es cuando entrega todo su par motor:  420 Nm. Con el Porsche GT4, la recta de meta del Jarama se me hace corta, en cambio, mi sonrisa la alargo hasta después de bajarme del deportivo. Gracias Ferdinand Porsche por crear esta marca. Gracias Matthias Müller por dar luz verde a esta versión. Gracias a los primeros periodistas por iniciar esta santa profesión…

Solo tengo elogios para este deportivo que por su motor atmosférico de seis cilindros bóxer y 3.8 litros será recordado como un bicho raro en la época del downsizing. Un coche capaz de quitar brillo a algunos de los mejores ‘nueveonce’, y no por su imponente y atractiva carrocería, que podría, sino por esa máquina escondida detrás de los asientos y por su respuesta en curva. El momento más duro viene a la hora de coger la calculadora: 99.094 euros es su precio de partida, una cifra inalcanzable para una persona poco adinerada como yo. Pero ese momento de inferioridad se esfuma cuando, sacando pecho, pienso: soy de las pocas personas que puede decir: “hijo, hace años yo probé el Porsche Cayman GT4”.

Prueba Porsche Cayman GT4

A destacar A mejorar
Imagen exterior Pedal embrague duro
Suspensión adaptativa (PASM) de serie Capacidad del depósito
Aceleración  Altura libre al suelo
Ficha técnica Porsche Cayman GT4
Motor Cilindrada 3.800 cc
Cilindros 6 Bóxer
Potencia máxima 385 CV / 7.400 rpm
Par máximo 420 Nm / 4.750-6.000 rpm
Transmisión Caja de cambios Manual, 6 velocidades
Tracción Trasera
Suspensión Delantera Tipo McPherson / Resorte helicoidal / Barra estabilizadora
Trasera Tipo McPherson / Resorte helicoidal / Barra estabilizadora
Dimensiones Longitud 4.438 mm
Anchura 1.817 mm
Altura 1.240 mm
Distancia entre ejes 2.484 mm
Alimentación Tipo de alimentación Inyección directa
Peso Peso 1.415 kg
Prestaciones Velocidad máxima 295 km/h
Aceleración 0-100 km/h 4,4 seg
Consumos Urbano 14,8 l/100 km
Extraurbano 7,8 l/100 km
Combinado 10,3 l/100 km
Emisiones Emisión CO2 238 g/km
Precio Precio final 99.094 euros

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