‘Muscle Car’ es la palabra en la que la marca ha puesto mayor énfasis a la hora de definir uno de sus productos estrella, el Dodge Charger SRT Hellcat 2016, deportivo que hoy probamos. Y no es para menos, porque además de ser la berlina más rápida, presenta una estampa potente, admirable. Adopta elementos de algunos miembros de la familia Dodge, como el Challenger, del que roba las llantas de 20 pulgadas de aleación forjada, únicas en la gama y que son capaces de albergar unos frenos Brembo con pinzas de cuatro pistones, los traseros, y de seis, los delanteros. También del Viper, porque suyo es el capó con extractores -el central, que es más grande, está moldeado por los colmillos de la víbora, mismo elemento estético que también se ha utilizado en la parrilla superior-.
Por su parte, la calandra inferior, que es más grande que la de su 'hermano de dos puertas' y que se puede quitar en el caso de que necesitemos una refrigeración mayor -por ejemplo si rodamos en circuito-, también tiene un aspecto muy parecido a la del Viper, y eso se debe a cuestiones de eficiencia, refrigeración y aerodinámica. Ésta está flanqueada por dos tomas: la de la izquierda se encarga de enfriar el turbo, mientras que la de la derecha hace lo propio con el radiador de la transmisión de ocho velocidades. Ese aspecto imponente es redondeado por los faros LED con forma de ‘C’, que por su anchura y su perfecta integración en la parrilla amplían la línea horizontal, otorgándole un aspecto visual de más anchura.
Como buen ‘muscle car’, los hombros son bastante anchos. Tiene una línea de cintura muy marcada, pero más refinada y con mayor curvatura que la del Challenger, con lo que se consigue una apariencia más dinámica. Y si echamos una mirada a la zaga, descubriremos un esculpido alerón, bastante grande, que ayuda a mantener la trasera pegada al asfalto a alta velocidad. Además, es imposible que pasen desapercibidos los pilotos, que pueden llegar a ser los más distintivos del mercado, con LED por toda la óptica, de forma continuada, como si se tratase de un circuito. ¿Y qué mejor colofón que una salida de escape trapezoidal a cada lado?
Como ocurre en el exterior, el habitáculo también incorpora elementos del otro Dodge SRT Hellcat de la gama, como el aluminio del salpicadero, el túnel de transmisión y el cuadro de instrumentos, que por cierto, adopta una pantalla digital de siete pulgadas. La del sistema de infoentretenimiento, situada en el salpicadero, es de cinco, aunque de forma opcional puede acoplarse una de ocho.
Una vez sentado en el cómodo asiento del conductor diviso cómo combina materiales menos conseguidos con otros más logrados, aunque en conjunto la apariencia visual es bastante buena. Llama la atención como mediante los paneles de las puertas y los asientos en rojo -existen 19 combinaciones de colores- expresa su espíritu racing. Si la banqueta del piloto es cómoda, también lo son las del resto de pasajeros. Además, son amplias, cosa que he de reconocer que no me esperaba. Asimismo, esa sensación de espacio aumenta gracias al techo solar, que da más luminosidad al interior. No hay que olvidar que es un coche familiar… Y como familiar que es, presume de un maletero bastante amplio, de 467 litros, donde se esconde la batería para equilibrar el peso del deportivo. Como verás, todo está pensado milimétricamente.
El volante es deportivo, por lo que presume de gran grosor. Se puede ajustar en altura y profundidad de forma eléctrica, por lo que también, gracias a la regulación de sus asientos, es fácil encontrar una postura de conducción cómoda. Ésta es más elevada que en otros deportivos, pero vuelvo a lo mismo, estoy sentado en un familiar, aunque eso no quita que mantenga el carácter de un potente deportivo. Al volante la visibilidad es muy buena, tanto en su parte delantera, como en los laterales y la trasera.
En mis manos tengo la llave roja del Dodge Charger SRT Hellcat 2016 de la prueba, con la que su motor V8 de 6.166 cc rinde 707 CV -con la negra, 500 CV-. Pulso el botón de encendido y en el cuadro de instrumentos aparece el gato y el fondo se tiñe de color rojo. Por esta tonalidad que inunda el habitáculo y por su sonido, desde el primer traqueteo sé que se trata de un ‘muscle car’. En marcha, con una aceleración brutal, este motor con elementos forjados para reducir peso y soportar la temperatura, me brinda el silbido del turbo. Trabaja asociado a una transmisión automática que es demasiado brusca, y eso sin estar en el modo ‘Track’. Redondea esa respuesta en la carretera la suspensión, que está firmada por Blistein y que es regulable gracias a tres modos. En todos ellos funciona bastante bien; es más, incluso en ‘Sport’ no es incómoda, cosa que no puedo decir lo mismo en ‘Track’…
Ficha técnica Dodge Charger SRT Hellcat 2016 |
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Motor | Cilindrada | 6.166 cc |
Cilindros | V8 | |
Potencia Máxima | 707 CV / 6.000 rpm | |
Par Máximo | 881 Nm / 4.000 rpm | |
Transmisión | Caja de Cambios | Automática, 8 velocidades |
Tracción | Trasera | |
Suspensión | Delantera | Adaptativa Bilstein |
Trasera | Adaptativa Bilstein | |
Dimensiones | Longitud | 5.100 mm |
Anchura | 1.905 mm | |
Altura, con antena | 1.480 mm | |
Distancia entre Ejes | 3.058 mm | |
Alimentación | Tipo de Alimentación | Inyección indirecta. Turbo. Compresor volumétrico |
Peso | Peso | 2.075 kg |
Prestaciones | Velocidad Máxima | 329 km/h |
Aceleración 0-100 km/h | 3,8 seg | |
Consumos | Urbano | 18.1 l/100 km |
Extraurbano | 10.7 l/100 km | |
Combinado | 14.7 l/100 km | |
Emisiones | Emisión CO2 | 343 g/km |
Precio | Precio final | 62.295 dólares (56.370 euros) |