La electrificación ha traído consigo grandes ventajas al mundo del automóvil, pero también a pesar de sus virtudes, es inevitable que también tenga sus puntos negativos. Hoy vamos a repasar cuáles son los 7 mayores problemas de conducir un híbrido.
Son más caros
El primer punto negativo está en el bolsillo: un coche híbrido tiene un coste inicial más alto que el de un modelo de combustión, ya se trate de un MHEV o, lógicamente más, si es un HEV o un híbrido enchufable.
Se trata de algo compresible ya que este tipo de vehículos tienen mayor tecnología un sistema de propulsión más complejo con una mayor cantidad de componentes.
Tienen unos costes de mantenimiento mayores
Es algo completamente lógico: tienen unos sistemas de propulsión con un mayor número de componentes, así que tienen una mayor probabilidad de sufrir averías. Además, cuando toca pasar por el taller la factura suele ser más cara.
No solo eso, puesto que de esta realidad deriva otra: debido a ello también son modelos más caros de asegurar.
Tienen un rendimiento menor
Aunque el apoyo del sistema eléctrico a menudo se utiliza para conseguir mayores prestaciones, lo más habitual es que los fabricantes recurran a esta naturaleza para precisamente lo contrario: ahorrar combustible.
Esto hace que en muchos modelos el apartado térmico del coche en cuestión se “cape” para conseguir unos consumos más ajustados, lo que sumado a que pesan más que un automóvil sin electrificar, su rendimiento sea algo inferior.
Su eficiencia en autopistas no es tan alta
El ahorro de combustible es el principal objetivo de los coches híbridos, pero es algo que consiguen sobre todo en entornos urbanos, una vez salen a carretera abierta no le sacan tanto beneficio.
Esto es especialmente grave en el caso de los híbridos enchufables una vez agotan su batería, puesto que pierden el apoyo del motor eléctrico y, debido al peso extra que supone todo su sistema, el consumo aumenta de manera considerable.
Su impacto medioambiental puede ser contraproducente
Aunque sobre el papel son coches más limpios con los térmicos, algo que es así en el uso día a día, las operaciones necesarias para construirlos no siempre lo son.
El foco se pone aquí sobre las baterías, que están formadas por minerales raros cuya extracción mediante minería supone un impacto medioambiental importante. A esto se suma el problema que hay a la hora de reciclar sus componentes una vez terminan su vida útil.
Cambiar la batería es realmente caro
Este aspecto es todavía más sangrante en los coches eléctricos, pero es algo que puede afectar a cualquier coche electrificado: la batería juega un papel muy importante en la mecánica del modelo, y si se avería y el vehículo no está en garantía, es un elemento muy costoso.
Obviamente, el precio varía en función de su capacidad, lo que está íntimamente relacionado con el tipo de híbrido que sea (MEV, HEV o PHEV), pero puede suponer un montante de entre 1.000 y 3.000 euros.
Se devalúan más
En términos generales un híbrido sufre una depreciación más alta que una versión equivalente equipada solo con un motor de combustión.
Esto se debe a los factores previamente mencionados: los compradores de segunda mano son reacios a pagar mayores costes de mantenimiento y muchos prefieren no arriesgarse por si la batería no está en buen estado y les toca cambiarla.