Si piensas en deportivos americanos clásicos, enseguida te vendrán a la cabeza varios muscle cars, como el Corvette, el Ford Mustang (esta es su historia) o el Pontiac GTO, entre muchos otros. Hasta la crisis del petróleo de 1973, se produjo el lanzamiento de muchos coupés y descapotables equipados con potentes motores de ocho cilindros que bebían gasolina como si fuera agua. Sin embargo, el motor V8 con más par de los años 60 no perteneció a un muscla car.
En términos de potencia, ganaban de calle, pero hubo una marca de lujo estadounidense en cuya gama no había ningún muscle car, pero no dejó escapar la oportunidad de fabricar un potente motor V8 que, no sólo podía rivalizar con aquellos deportivos despiadados, sino superarlos en cuanto a par motor. Esa marca no fue otra que Cadillac.
El tamaño sí importa
Los años 50 y 60 fueron los más gloriosos de Cadillac. En esa época, la marca de lujo estadounidense produjo una línea de modelos dirigidos a la élite norteamericana, con diseños elegantes y equipados con lujosos extras. Coches para el público que quería lo mejor de lo mejor. Sin embargo, el V8 que había utilizado durante la década de los 60 había envejecido. Alcanzaba los 7.0 litros de cubicaje, por lo que no era pequeño, pero la compañía quería más.
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El equipo de desarrollo se puso a trabajar en un nuevo V8 que no sólo proporcionara grandes cifras de potencia y par, sino que también pudiera evolucionar en los años siguientes sin tener que partir de cero. En 1968, Cadillac presentó el V8 472 pulgadas cúbicas (7.7 litros de cilindrada), un bloque que introdujo en varios modelos de su gama durante seis años y sólo dos años más tarde, en 1970, evolucionó hasta los 8.2 litros, convirtiéndose en el V8 de producción de mayor cilindrada de la historia.
El motor V8 con más par y no fue un muscle car
No fue necesario esperar a la versión de 8.2 litros. Ya el V8 de 7.7 litros de 1968 producía unos números impresionantes, todavía hoy: 380 CV y nada menos que 712 Nm de par máximo a partir de las 3.000 vueltas. Acoplado a una caja de cambios automáticaTH-400 de tres relaciones, eran capaz de empujar al Cadillac DeVille Coupé de entonces de 0 a 100 km/h en menos de 8 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 225 km/h.
El V8 472 de Cadillac superaba en par a los motores Hemi más potentes que instalaban modelos de Ford y Chevrolet. Hubo coches que se acercaron, como el Mustang Boss 429 o el Plymouth GTX 1968 con motor Hemi, pero rondaban los 610 y 650 Nm de par, impresionantes también, pero lejos de los 712 del DeVille.
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Se rumorea que la marca habría desarrollado versiones aún más grandes, pero la crisis del petróleo de 1973 y la caída de los precios evitaron que llegaran a la cadena de montaje. A partir de 1974, la compañía se vio obligada a utilizar mecánicas de menor cilindrada.
Imágenes: Hemmings.