El 20 de abril era un día marcado en el calendario de Elon Musk y su compañía aeroespacial, SpaceX: tras el fallido intento del pasado lunes (a cuestión de segundos del lanzamiento, por culpa de una manguera de combustible), hoy se había programado el lanzamiento de la Starship. La operación se ha llevado a cabo con éxito, pero la alegría no ha durado mucho: la nave ha estallado en pleno vuelo poco después.
Apenas 15 minutos han pasado entre un momento y otro, puesto que la nave ha experimentado un error fatal antes de completar su primera etapa.
Elon Musk bate el Récord Guinness de mayor riqueza personal perdida
Cuando estaba a punto de llevar a cabo la separación de los módulos, aparentemente se ha podido ver que algunos de los 33 motores Raptor que monta el cohete no se habían encendido.
Esto llevó a un desmontaje no programado y se pudo ver como la nave comenzaba a dar vueltas sobre sí misma hasta que finalmente estallaba.
A pesar de esto, desde SpaceX consideran que el lanzamiento ha sido un éxito y es que ya se contemplaba la posibilidad de que pasase algo así. De los prototipos creados, una veintena en total, la mitad se habían incendiado o estallado en llamas, solo cinco llegaron despegar y alcanzar una altura de 10 kilómetros y solo en una ocasión, la última, habían logrado un aterrizaje exitoso.
Desde la compañía han comunicado que “con una prueba como esta, el éxito proviene de lo que aprendemos, y la prueba de hoy nos ayudará a mejorar la confiabilidad de Starship mientras SpaceX busca hacer que la vida sea multiplanetaria”.
El proyecto sigue en pie y, de llegar a buen puerto, será revolucionario en su sector. La Starship es una nave de 50 metros de altura con una capacidad para hasta 100 personas, que ha sido ideada para los viajes a la Luna y Marte. La clave está en el hecho de que tanto la nave como el propulsor son reutilizables, lo que serviría para abaratar los costes de los vuelos aeroespaciales de manera considerable.