Por algo se le llama ‘Infierno Verde’. Y es que en sus 25 kilómetros de longitud pueden darse diferentes condiciones meteorológicas, como ocurrió el pasado fin de semana mientras se disputaban las 24 Horas de Nürburgring. En la recta final, el termómetro marcaba 20 grados, pero en otro punto del trazado comenzó a diluviar y granizar, cosa que hizo que, ante la imposibilidad de pilotar los coches, se tuviese que detener la carrera durante tres horas.
Reanudada la carrera, los vehículos que salieron airosos de los accidentes pudieron volver a pista durante la noche, y a pesar de la lluvia, y ya con los neumáticos adecuados, pudieron ver cómo los Mercedes AMG-GT coparon el podio y el equipo Black Falcon se llevaba la victoria absoluta.