Los logotipos de las marcas de coches son perfectamente reconocibles, aunque hay algunos más destacables que otros. Si os hablamos del óvalo azul adivinaréis que estamos haciendo referencia al emblema de la marca de Detroit. Una insignia que estuvo a punto de cambiar en los años 60. Esta es la historia de Ford, Paul Rand y el rediseño que nunca se hizo realidad.
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El diseñador Paul Rand es el autor de logos de empresas de talla mundial como IBM, pero también trabajó para el mundo de la comunicación y de la publicidad aportando su estilo brillante, de contraste y de alto impacto en una época como los años 60. Precisamente fue en 1966 cuando presentó una propuesta para rediseñar el logo de Ford actualizándolo en consonancia con el momento.

Integrarlo en los modelos
A mediados de siglo el estilo imperante mezclaba la elegancia con la modernidad y Paul Rand apuntó que el logotipo de Ford era “incongruente con el tiempo y con su entorno”. El diseñador creía que una actualización supondría “un cambio significativo de estilo” al mismo tiempo que conservaba las características que identificaban a la marca de Detroit.
Paul estaba decidido a llevar aquel emblema al presente explicando que las formas más simples representarían mejor lo que Ford hacía: “La marca debe reflejar la autoridad y la confianza que la empresa y sus productos merecen. Debe verse funcional y debe ser funcional. Tiene que sugerir fuerza, velocidad, eficiencia y utilidad. Ser claro y conciso. Así es cómo será una parte integral del diseño del coche en lugar de un elemento decorativo”.

Un logo nuevo, pero reconocible
El cambio más sustancial fue el que aplicó a la tipografía de Ford ya que la renovó por completo. En cuanto a la forma del logo, aplanó la parte superior e inferior porque, desde su punto de vista, un óvalo estándar no era lo suficientemente distintivo del resto de formas semejantes que existen y el marco que lo rodeaba se integró como una extensión del nombre. A pesar de lo profundo de la actualización seguían siendo reconocible como el óvalo azul de Ford.
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Aunque el trabajo de Paul Rand incluyó simulaciones de cómo quedaría su creación más allá de los propios coches, lo cierto es que aquel logo no estaba destinado a entrar en la historia de la marca de Detroit ya que Ford nunca lo utilizó.