Si eres un maniático del orden y de la limpieza o si tienes la mala suerte de ser bacilofóbico (miedo a los gérmenes y las bacterias), quizá deberías dejar de leer porque, de lo contrario, puede que no quieras volver a entrar en un coche en tu vida: el habitáculo de un vehículo es un criadero de bacterias hasta el punto de superar incluso a las que hay en un baño público.

Si en este, por media, suele haber unos 500 tipos de bacterias por centímetros cuadrado, en el interior de un coche promedio (ya ni hablemos del de tu amigo el ‘guarrete’) la cifra oscila de los 283 (en los mejores casos) hasta los 700, según ha publicado en un estudio la Universidad de Nottingham. Estafilococos, moho, bacillus cereus y un sinfín más hacen del interior del coche su patio de recreo. Pero, ¿cómo es posible?

Básicamente porque prácticamente todas las actividades que realizamos conllevan la aparición de gérmenes y bacterias, algo que se potencia por el hecho de que muchos conductores realizan prácticas al volante que no son precisamente higiénicas.

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Así, comer y beber en el coche es muy habitual y lo hacen prácticamente el 70% de los conductores. Lógicamente es una invitación para las bacterias, pero nada comparado como las otras dos mayores causas: llevar a las mascotas y a niños en el coche. Las razones son más que obvias, ya que tanto unos como otros son imanes de suciedad de todo tipo, y si bien no se puede evitar, si se puede prestar atención extra a la hora de lavar el coche para eliminar todos los gérmenes posibles.

Limpieza a fondo

El volante es una de las zonas claves puesto que las manos llevan consigo todo tipo de bacterias, más aún si realizas tareas como un repostaje o llenar de aire los neumáticos. Aunque te laves las manos (cosa que por norma general no vas a hacer en los casos mencionados), el volante estará lleno de gérmenes y si comes mientras conduces a saber que te estás llevando a la boca. Toallitas desinfectantes son la mejor opción.

La misma consideración se puede aplicar al resto de elementos del habitáculo que manejas de manera habitual: los controles, el sistema de infoentretenimiento, la palanca de cambios o el freno de mano. Mención aparte hay que hacer del aire acondicionado, caldo de cultivo para bacterias ya que trabaja en un lugar cerrado, motivo por el que es conveniente cambiar de filtro a menudo.

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Pasamos a la tapicería, que atrapará mayor o menor número de gérmenes en función del material. Polvo y suciedad por el roce con la ropa es habitual, también de los zapatos en caso de llevar niños, y si se vuelca algún líquido y hablamos de tela, lo absorberá como una magdalena reseca el café caliente por la mañana. Las aspiradoras de mano son tus mayores aliadas y si puedes usar un de las que lavan con agua la tapicería, mejor que mejor.

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