La firma francesa dio a conocer el Citroën CX 2000 en el Salón de París de 1974. Pronto destacó por su confort, su ergonomía y su comportamiento en carretera, características que le llevaron a obtener, en el año de su lanzamiento, los galardones de ‘Coche del Año en Europa’, el ‘Premio a la Seguridad’ y el ‘Award Auto Style’, por su estilo innovador.
Diseñado por Robert Opron, esta berlina de 4,63 metros de longitud fue la primera que equipó un motor diésel en la historia de Citroën. Con la crisis del petróleo de 1973, la marca, preocupada por los costes de utilización de sus automóviles, desarrolló motores eficientes, que proporcionaban consumos más bajos junto a un mayor agrado de conducción. La aerodinámica no es ajena a estos éxitos, como demuestra el nombre de este modelo, CX, que ilustra la baja resistencia al aire de este vehículo. Con este modelo, Citroën conquistó los principales mercados europeos, ofreciendo una alternativa a los vehículos de gasolina.
En los años siguientes, Citroën siguió actualizando el CX con la aparición de una versión break en 1975, una deportiva 2400 GTi con inyección electrónica en 1977 y la serie Prestige, 28 cm más larga, en 1978.
El Citroën CX heredó del DS la suspensión hidroneumática con altura constante, que le proporcionaba una muy buena estabilidad en carretera; y del SM 1970 la dirección asistida en función de la velocidad con retorno automático en línea recta. Sus innovaciones ofrecían, también, una mayor facilidad de uso gracias a elementos como el convertidor de par, C-matic, que suprimía el pedal del embrague y liberaba el espacio para una mayor soltura. Además, su diseño interior, pensado para proporcionar más comodidad para el conductor, destacaba por un puesto de conducción futurista, que permitía acceder a todos los mandos sin tener que soltar el volante. En 1985, el Citroën CX fue el primer coche francés que equipó el sistema de frenos ABS.
Este vehículo se convirtió en un verdadero éxito comercial ya que, hasta 1991, se vendieron más de 1,2 millones de unidades.
Citroën
Desde mi punto de vista, el coche más bello jamás construido. Mi padre compró el CX 2400 Palas en el 79, de color azul, y fue en mi niñez cuando disfruté de este gran vehículo que nunca olvidaré. Aquella suspensión parecía darle vida propia. Aquella línea tan contundente, tan majestuosa, le daban una exclusividad inigualable. Las ruedas traseras carenadas, la luneta trasera cóncava, la altura al suelo, parecía un felino. Cuando arrancaba empezaba a subir la carrocería, poco a poco, era como el despertar del guepardo. En carretera podías estar todo el día metido en el coche que no te cansabas. Era increíble.
Como me gustaría que Citroen volvería a rejuvenecer aquel CX y ponerlo otra vez en las carreteras. Sería uno de mis grandes sueños.