De vez en cuando el mundo de las subastas da la oportunidad a la gente con mucho dinero de hacerse con creaciones únicas y excepcionales del mundo de la automoción. Pocos coches debe haber más particulares que ‘The Beast’, un mastodóntico automóvil que, cuando vio la luz en 1977, se hizo con el Récord Guinness al coche más potente del mundo.
Se trata de una obra de Paul Jameson, que tuvo una idea muy loca: crear un chasis propio e instalarle un motor Rolls-Royce, pero no uno cualquiera, el Merlín, un bloque utilizado tanto en tanques como en aviones de combate como los Superman Spitfire y Hawker Hurricane que participaron en la Segunda Guerra Mundial.
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Por extraño que fuera el proyecto, consiguió llevarlo a buen puerto, aunque el resultado es un coche de los particular.

A medio camino entre berlina y station wagon, sus proporciones llaman poderosamente la atención, puesto que tiene una considerable distancia entre ejes, un enorme y larguísimo capó para hacer hueco al descomunal motor, y también un voladizo trasero muy largo. A esto hay que sumar otros detalles bastante peculiares como el hecho de que cada faro delantero es cuádruple.
Sin embargo, superado el impacto estético inicial, lo más destacado es el propulsor que utiliza. Y es que sí, se trata de un motor V12, pero con un desplazamiento de nada menos que 27 litros. Es capaz de desarrollar 760 CV de potencia y un par máximo de 1.030 Nm, que una caja de cambios automática gestiona para mandar al eje trasero. Sobre el papel, su velocidad máxima original era de 295 km/h.

La historia de ‘The Beast’ tuvo un punto clave y es que, por un incendio, se perdió la carrocería original y hubo que reconstruirla, además de sustituir el motor, que había sido dañado. Se optó por otro Merlin V12, aunque sin el sobrealimentador propio que utilizaba en los aviones.