El museo de Mercedes-Benz acoge desde ahora uno de los coches más raros fabricados por la marca alemana, tan raro que solo construyó uno. Se trata del Mercedes-Benz 300 ‘Messwagen’ (medición en castellano), un coche que tiene el aspecto de un Adenauer por delante, pero esconde un laboratorio de medición por detrás.
La historia de cómo acabó el Mercedes 300 SEL 6.8 AMG de 1970 probando piezas de aviones de combate
El 300 ‘Messwagen’ aparece unido por un cable a otro clásico de la estrella, un Mercedes-Benz 220 S W 111. En aquella época, la compañía de la estrella llamo Adenauer a su modelo más lujoso, como tributo al primer canciller alemán, Konrad Adenauer.
Mercedes-Benz 300 ‘Messwagen’ (1960): mitad Adenauer, mitad laboratorio
En 1960, Mercedes fabricó esta especie de one off como vehículo de medición para los ingenieros de desarrollo del departamento de pruebas. Para ello, tomaron como base un modelo W 189, no solo por la necesidad de un vehículo grande y rápido, capaz de seguir a otros modelos sin esfuerzos, sino también para que pudiera transportar un voluminoso equipo de medición.
Visto por delante, el 300 mostraba la imagen elegante de cualquier otro Adenauer. Las diferencias comenzaban a partir del pilar B, desde el cual, se extendía una generosa superficie acristalada con ventanas panorámicas que recuerdan a las de un station wagon. La zaga quedaba rematada por un portón totalmente vertical, unas ópticas integradas y salidas de escape incrustadas en los paragolpes cromados.
Mercedes-Benz 300: un laboratorio andante
La sorpresa estaba en el interior, con numerosos instrumentos de medición, asientos individuales estrechos y respaldos de mimbre, casi como sillitas de jardín. Durante muchos años, Mercedes uso este coche como laboratorio andante de medición de rodadura. Para ello, conectó el coche a otro, mediante un cable de hasta 30 metros de largo que transmitía datos a los dispositivos de medición del interior del 300 ‘Messwagen’.
Los datos recogidos por los dispositivos proporcionaban información valiosa a los ingenieros sobre los nuevos sistemas que introducían en los coches, para saber si funcionaban o no, o cómo se podían mejorar. Mientras los ingenieros de desarrollo conducían el prototipo en pruebas, el 300 de medición iba detrás recabando todo tipo de datos a través del cable.
Este tipo de transmisión de datos tenía el nombre de telemetría, aunque más tarde empezó a hacerse a través de señales de radio. En la mayoría de los casos, los datos se registraban en una cinta magnética y se evaluaban tranquilamente más tarde.
Un equipo especial
A decir verdad, no se puede decir que los ingenieros trabajaran cómodamente en el interior del 300 ‘Messwagen’. El espacio era limitado y los dos asientos tenían unos respaldos revestidos con un simple tejido. Además, la abundante superficie acristalada, además de dejar entrar mucha luz, convertía el habitáculo en un invernadero en los días más cálidos.
El prototipo de pruebas en cuestión podía transmitir 14 valores medidos simultáneamente al laboratorio del 300. Cada hueco de la parte trasera se utilizaba para montar los dispositivos sensibles de medición. La electricidad era suministrada por un generador a bordo. No faltaba tampoco un enlace directo por radio entre los vehículos.
Un laboratorio veloz
Este Mercedes-Benz 300 tan especial estaba animado por el motor del anterior W 189, comercializado en 1957 y 1962. Es decir, un propulsor de 160 CV que alcanzaba los 120 km/h. Un Adenauer normal, con cambio automático, podía alcanzar los 165 km/h.
La marca alemana siguió utilizando el 300 de medición hasta la década de los 70, principalmente, en la pista de pruebas de Untertürkheim. Pero también en carretera, por eso, tiene el número de registro S-MH 867.