El Salón del Automóvil de Detroit (del 12 al 24 de enero), más conocido...como NAIAS, cierra sus puertas tras doce días de exposiciones de novedades eléctricas, híbridas y prototipos. Es el único salón, junto con el de Ginebra, que se celebra todos los años. A pesar de su enorme importancia, en esta edición ha vuelto a asomar su cabeza la crisis que rodea al sector.
A pesar de comenzar un nuevo año, la crisis en el sector de la automoción sigue haciendo mella en los Salones Internacionales. Si a esta crisis se le une la importancia que están tomando otras muestras de EE.UU, como el Salón de Los Ángeles o el de Nueva York, podemos observar como se tambalean los cimientos sobre los que se sustenta la cita de Detroit. Un claro ejemplo de ello es el total de presentaciones realizadas, la mitad que el año pasado.
En un ambiente algo triste y sin la fuerza de años anteriores, las marcas han optado por seguir la tendencia de los Salones anteriores, coches híbridos, eléctricos y algún que otro prototipo. Del primer tipo destaca el Honda CR-Z de producción, que por fin ha visto la luz la versión definitiva tras varios prototipos en diversos salones. Del segundo, el Audi R-Tron, un vehículo de preciosas líneas que es impulsado por dos motores que suman 204 CV. En el tercero, Volkswagen ha calado hondo con el New Concept Coupe y MINI con el Beachcomber Concept.
Pero sin lugar a dudas, la gran novedad la ha expuesto Ford. Se trata de la nueva generación del Focus que llegó a la cita norteamericana con dos carrocerías, sedán y de cinco puertas. Con su apuesta, Ford da un golpe encima de la mesa y se presenta como el “Grande de Detroit” que está logrando dejar sus problemas financieros en un segundo plano.