Después de más de un siglo en el que se ha... visto cómo el coche ha pasado de ser un lujo a una cotidianidad, a menudo mal aprovechada, Bruselas insta a que sean progresivamente sustituidos por vehículos no contaminantes, por transporte público, bicicleta o a pie, así como por ferrocarriles en el caso de traslados de media y larga distancia.
Y es que, alrededor del 80% de la energía que se consume en la Unión Europea procede de combustibles fósiles que provienen del exterior, lo que pone a los países miembros en una situación de vulnerabilidad ante las crisis internacionales. Por ello, la Comisión Europea ha tomado una decisión y este lunes se ha marcado como objetivo acabar con la circulación de coches de gasolina o diésel dentro de las ciudades europeas en 2050.
Aunque en el caso del petróleo y el gas Rusia es el principal suministrador de Europa, la oleada de cambio en el mundo árabe ha supuesto un recordatorio a los Veintisiete. Pese a los grandes intereses que se esconden detrás de estos combustibles convencionales, la Comisión Europea ha puesto en la balanza lo que hay que perder y lo que hay que ganar, y finalmente hay mucho más que perder si ante una crisis internacional dependemos del exterior para conservar la energía en los países miembros.
El año 2050 es la fecha tope que se ha marcado la Comisión para la paulatina desaparición de los coches de gasolina o diésel de las ciudades europeas. Para ello pretende sustituir estos vehículos por otros eléctricos, con motor de hidrógeno e híbridos, así como por el transporte público y el transporte en bicicleta y a pie. Además, apuesta por el sistema de ferrocarriles para destinos de media y larga distancia.
Los cálculos del Ejecutivo comunitario para las infraestructuras que la Unión Europea necesita pasan por una inversión de 1,5 billones de euros entre 2010 y 2030, sólo para poder hacer frente a la demanda. Ante la escasez de fondos públicos, Bruselas apuesta por la colaboración entre el sector público y privado y propone destinar parte de los ingresos generados por el uso de carreteras al sector de transporte.
El objetivo de esta medida pasa por aumentar la movilidad y reducir las emisiones de CO2 en el transporte en un 60%, disminuyendo al mismo tiempo la dependencia de Europa del petróleo importado. En paralelo, la institución europea quiere, antes de 2050, aproximarse al objetivo de "cero muertes" en el transporte por carretera.
"La opinión generalizada de que hay que reducir la movilidad para combatir el cambio climático es sencillamente falsa", ha dicho el vicepresidente de la Comisión y responsable de transporte, Siim Kallas.
"Podemos romper la dependencia de los sistemas de transporte respecto del petróleo sin sacrificar su eficiencia ni comprometer la movilidad. Podemos ganar en ambos aspectos", ha asegurado.
Para acelerar esta transición, el Ejecutivo comunitario propondrá en los próximos meses un sistema común para las ciudades que quieran introducir peajes urbanos, como el que ya existe por ejemplo en Londres con el fin de reducir la congestión.
Además, Bruselas garantiza ayudas de los fondos comunitarios a las ciudades que elaboren planes de transporte sostenible. Así, la Comisión tiene previsto presentar también una norma sobre peajes para turismos, que se sumaría a la que ya existe para camiones.
Se trata de generalizar los principios de "quien contamina paga" y "el usuario paga". Los Estados miembros serán libres de aplicar estas tarifas, pero los que decidan seguir adelante lo tendrán que hacer con un marco común de la Unión Europea.
Para 2050, Bruselas quiere que la mayor parte del transporte de pasajeros de media distancia, a partir de 300 kilómetros, se realice por ferrocarril. Y en concreto apuesta por, de aquí a 2030, transferir a otros medios, como el ferrocarril o el transporte fluvial, el treinta por ciento del transporte por carretera en distancias superiores a los 300 kilómetros. Ese porcentaje debe ascender a más del 50% dentro de 39 años.
Otro de los objetivos de la nueva estrategia de la Unión Europea es lograr en 2050 conectar todos los aeropuertos principales a la red ferroviaria, preferiblemente de alta velocidad; garantizar que todos los puertos de mar principales estén suficientemente conectados con el sistema ferroviario de transporte de mercancías y, cuando sea posible, con el sistema de navegación interior.
Por lo que se refiere al transporte de larga distancia, Bruselas quiere llegar a una cuota del cuarenta por ciento de combustibles con pocas emisiones de carbono en el sector aéreo, y reducir en un 40% las emisiones de CO2 de la Unión Europea procedentes del fuel para calderas del sector marítimo.
FACUA