Dicen que los sueños se cumplen. O, más bien, se trabajan. Sea como fuere, Max Verstappen ha cumplido el suyo, driftar. Y hay que decir que no lo ha hecho nada mal. El piloto neerlandés está viviendo un gran año, liderando el mundial de Fórmula 1. Ahora, ha aprovechado el parón en el campeonato para cambiar su Red Bull por un Mazda RX-7 de 600 CV y aprender a derrapar, junto con ‘Mad’ Mike Whiddett, uno de los drifter más conocidos en este mundillo.
Verstappen es la primera persona que se pone al volante del RX-7, aparte de Whiddett, un coche muy especial para el neozelandés, ya que contribuyó a construir su leyenda en el drifting. “Ha sido una locura aprender a derrapar, no sabía que esperar. Creo que no he estado tan nervioso en los últimos dos años, porque no es mi forma natural de conducir”, dijo el piloto de F1.
Max Verstappen aprende a driftar, ¡y lo borda!

La jornada empezó con una breve sesión de donuts para que Verstappen se familiarizara con el Mazda. Curiosamente, el piloto caló el coche antes de completar con éxito el primer giro. Sin embargo, no tardó en hacerse con el tacto del coche y realizar varios donuts, elegantemente.
La siguiente prueba era completar un circuito de ochos, una manera habitual para practicar los derrapes. Aquí el reto para el campeón del mundo de F1 fue manejar el embrague, cosa que, finalmente, consiguió, coordinándose con el freno de mano. La última prueba fue el llamado ‘Scandi Flick’ para aprender a iniciar y mantener un derrape a alta velocidad.
En la primera salida, Verstappen chocó contra unos conos y uno de ellos se quedó atrapado en el hueco de la rueda trasera derecha. Después de varios intentos, el piloto neerlandés le cogió el truco y demostró su manejo, deslizándose y tocando con el ‘culo’ del RX-7 ocho de diez figuras de cartón de Christian Horner colocadas en exterior.