Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas… Si estás de acuerdo con ello, es porque no has probado el Ford Fiesta ST 2018. Y es que la firma de Detroit tenía un complicado desafío: superar el excelente rendimiento dinámico de la anterior generación. Pues bien, no solo lo ha mejorado, es que también ha perfeccionado otros aspectos del utilitario deportivo con un planteamiento tan arriesgado como es prescindir de un cilindro.
Sí, porque el nuevo Ford Fiesta ST tiene un bloque tricilíndrico. A priori puede parecer algo descabellado sacar 200 CV de un motor de tres cilindros. A priori, porque el bloque del Fiesta R2 de rallyes consigue 180 CV de un 1.0 EcoBoost. En el caso del coche de la prueba, el propulsor tiene mayor cilindrada, 1.496 cc, y también se ha optado por instalar un turbocompresor Continental RAAX. Sobre el papel suena realmente bien, pero en vivo suena aún mejor.
Y si de sonido se trata, déjame que, con tu permiso, felicite a los ingenieros de Ford. El murmullo grave que inunda el habitáculo te hará olvidar que conduces un tres cilindros. En cualquiera de los tres modos de conducción que existen: Normal, Sport o Track -en los dos últimos se abre una válvula de mariposa situada en el tubo de escape izquierdo-, sus roncos acordes te impedirán que escuches el propulsor. Y si llega a tus oídos, tranquilo, no suena nada mal.
Un coche deportivo debe parecerlo en prestaciones, comportamiento, sonido y, por supuesto, imagen. Nuestra unidad de pruebas del Ford Fiesta ST 2018 viste la pintura Silver Fox ST, exclusiva para esta versión y muy parecida al del Fiesta ST200 de la generación anterior. Ahí tienes el primer aspecto diferenciador respecto al Fiesta ST-Line (prueba). El segundo son sus llantas de aleación de 18 pulgadas… ¡Los puntos que gana con ellas! Y no sería de recibo olvidarme de sus paragolpes sobredimensionados, de su alerón y de su cola de escape doble. Es un deportivo y lo parece. Punto.
Aunque las modificaciones en el interior son más comedidas, pero con la mayor, los asientos Recaro, salva la papeleta. Porque el aspecto de las banquetas es sobresaliente: son cómodos y sujetan mi cuerpo a la perfección, como si llevasen meses sin verme; y lo hacen tanto en su parte superior como en la inferior. En curva no hay opción al movimiento, aunque me pregunto, ¿una persona más voluminosa que yo, que peso 67 kg, no tendrá dificultades para acomodarse?
El Ford Fiesta ST es de esos coches que cuando aparco, no me resisto a girarme y dedicarle un último vistazo. Porque parado embelesa, pero en movimiento, aún más. Y es que la firma del óvalo ha sacado petróleo de un tres cilindros. Sube de vueltas de forma rapidísima y hasta el corte no pierde fuelle. Ves la aguja del cuentarrevoluciones moverse como una flecha, como loca. Es a partir de las 3.000 vueltas cuando aprecio un mayor empuje, pero lo bueno es que desde abajo me ofrece suficiente fuerza como para catapultar con decisión a esta criatura. Asimismo, ofrece unas recuperaciones muy, muy buenas y hasta en sexta marcha, a partir de 2.200 rpm ya cuenta con punch. Y todo ello combinado con unos petardeos que emanan del escape cuando suelto gas o cambio a altas revoluciones. Me envenena. Me quito el sombrero.
En un puerto de montaña te ofrece diversión sin igual. Las curvas cerradas las devora gracias a su diferencial autoblocante mecánico firmado por Quaife y por el que no pierde la trayectoria. De su rapidísimo paso por curva también tiene gran parte de culpa su dura y seca suspensión, que mantiene la carrocería casi como una tabla. ¿El precio a pagar? Que al pasar por los badenes debes reducir bastante la velocidad y que también notarás las juntas de dilatación, las ondulaciones y las irregularidades de la calzada. El precio que tengo que pagar, sí, pero lo que pago, y con gusto.
Por este motivo, el coche de la prueba, el Ford Fiesta ST 2018, no es el idóneo para viajar, y eso que su maletero tiene una capacidad de 311 litros, que su interior es bastante espacioso para los pasajeros de las dos filas y que su motor puede girar con tan solo dos cilindros -algo que pasa totalmente desapercibido-, con el ahorro de combustible que ello conlleva. Otros utilitarios sí lo son. Pero el del Fiesta no es su cometido, no es su liga. Él es un fuera de serie prometiendo diversión al volante, algo que, por desgracia, pocos coches de su tamaño ofrecen; ¡ahí sí que juega bien!
Merece unas líneas la dirección, rapidísima y muy precisa; con una desmultiplicación reducida y dos vueltas entre topes. Al principio, solo al principio, te exige un leve periodo de adaptación. Un ligero golpe de volante y ahí tienes metido el morro. También debo mencionar el cambio: veloz y sin tacha alguna.
Queda la traca final: el sistema Launch Control. Sí, porque a pesar de ser un coche con cambio manual, lo tiene… siempre y cuando pagues los 900 euros que cuesta el «Paquete Performance«, que también incluye el diferencial mecánico y el testigo luminoso situado en el cuadro de instrumentos que avisa que el corte de inyección está próximo. Selecciono desde el volante la función Launch Control, piso embrague, meto primera, acelero, la aguja toca las 3.000 vueltas, suelto el pedal derecho y el coche sale catapultado desde parado como un cohete… Sensacional aceleración.
Es hora de poner fin a la prueba del Ford Fiesta ST 2018. Aparco, cierro y según me alejo vuelvo a mirarlo; esta vez no por su aspecto resultón, que lo merece, sino por los buenos y divertidos momentos que me ha brindado. Gracias, Ford.
| A destacar | A mejorar |
| Comportamiento del motor | Interior muy parecido al ST-Line |
| Respuesta en curva | Se aprecian todas las irregularidades de la calzada |
| Sonido |
