Una grata sorpresa es la que nos llevamos al visitar el museo de Mazda de Augsburgo, el único fuera de Japón. Es privado, nacido gracias a Walter Freya, y está a tan solo 50 minutos en coche desde Múnich. Y fue precisamente allí, donde los dueños nos contaron una historia bastante curiosa del Mazda 323. Y es que, aunque no lo creas, 10.000 de estos Mazda fueron entregados a la RDA, a República Democrática Alemana, a cambio de salchichas, champiñones, pepinos y acero.

Como cuenta el Sr. Schalck-Golodkowski en sus memorias, fue Erich Honecker, de la RDA, en una visita a Japón, quien firmó un contrato con Toyota para recibir 10.000 Corolla en la Alemania comunista.

Parece ser que Toyota no cumplió con la fecha en la que se había comprometido y firmado a entregar esta cantidad de automóviles. Por ese motivo, el Ministro de Economía de Japón preguntó a Mazda si podía firmar un contrato para entregar 10.000 de sus vehículos a la Alemania oriental. Y sí, se comprometieron y lo hicieron.

Como la RDA no tenía dinero en el momento de la entrega, se le pagó en especias: con salchichas de Turingia -la Thüringer Rostbratwurst-, acero, pepinos y champiñones de Spreewald.

Los afortunados que recibieron uno de estos Mazda 323 solían ser héroes populares, como deportistas reconocidos o personas importantes que trabajaban para el partido de la RDA.

Como curiosidad contar que solo había un taller mecánico en Berlín del Este con repuestos. También, que si alguien quería comprar un Mazda 323, debía desembolsar 24.000 marcos orientales. ¿Es mucho? ¿Poco? Pues para que te hagas una idea, un trabajador medio ganaba esa cantidad en cinco años de trabajo.