Tata Aria
Acostumbrado a los estándares de conducción europeos, el Tata Aria parece una broma de mal gusto. La postura al volante era demasiado elevada y la suspensión era tan blanda que el balanceo del coche en las curvas era muy grande. Además, los asientos no eran mullidos: se tragaban tu cuerpo. Y el cuadro de instrumentos de la unidad que probamos se encendía y se apagaba cuando quería…