Desde que vi por primera vez un Mercedes-Benz 300SL ‘Gullwing’, rondaría los cinco o seis años de edad, siento predilección por los deportivos de la casa de la estrella. Bastantes vehículos de esta condición se han ido incorporando a la gama del fabricante germano, pero, desde mi modesto punto de vista, ninguno ha portado la belleza del ‘Alas de gaviota’. Precisamente fue el SLS, la reencarnación de este mítico modelo y el primero creado por la casa Mercedes-AMG, el que llevaría a la marca a codearse de nuevo con los coches más impresionantes del panorama automovilístico –mención aparte merece el SLR McLaren, una ‘bestia’ creada junto con el fabricante de Woking-. Pero, imagino que coincidirás conmigo, su innegable atractivo no podía asemejarse al del clásico lanzado en 1954. Más de medio siglo después, Mercedes cuenta en sus filas con un deportivo de una innegable belleza; me refiero al Mercedes-AMG GT, vehículo del que tengo la suerte de realizar la prueba.

prueba-amg-gt-s_2015

Delante de mí se encuentra está máquina de líneas sinuosas que hace que estéticamente no le encuentre ningún defecto. Adopta las cualidades de los deportivos de antaño que portaban la estrella en su frontal: un morro tremendamente largo, dos plazas y una posición de conducción retrasada, a lo que se añade un voladizo posterior realmente corto. A diferencia del SLS AMG, no presume de puertas de apertura tipo ‘alas de gaviota’, algo que resta encanto al conjunto, pero que con el sistema habitual se facilita enormemente el acceso al habitáculo. Y aunque las comparaciones son odiosas, es más corto y más alto que el SLS. Estas variaciones, junto con el precio más reducido, confirman la intención de Mercedes: crear un rival para el vanagloriado ‘nueveonce’.

Para realizar la prueba del Mercedes-AMG GT S me acomodo en su asiento, una acción que por la posición tan baja de los maravillosos y confortables baquets es algo incomoda. Una vez acoplado, me llama mucho la atención la gran consola central situada encima del túnel de transmisión y que separa las dos plazas: es alta y voluminosa y recoge grandes botones, el panel táctil del sistema de infoentretenimiento y el selector de marchas. Todo ello se encuentra en una posición bastante retrasada en relación al asiento, lo que no facilita su uso. Pero lo que es innegable es que su diseño es original y seductor: parece sacada de un caza de combate.

detalle-mercedes-amg-gt-s (2)

En dicha consola encuentro el botón que pone ‘Engine Start-Stop’. Lo pulso e inmediatamente mi garaje se inunda de un sonido estremecedor pero a la vez adictivo. El artista de tal harmonía es el motor M178 V8 biturbo de cuatro litros, y el creador de la composición, en el caso de nuestra unidad de pruebas, es Andreas Bauerle. Este ‘director de orquesta’ con vocación de médico que ha estampado su firma en él ha sido el encargado de montarlo a mano; recuerda la filosofía de Mercedes-AMG: ‘One man, one engine’. Así que, si la obra no te gusta, ya sabes a quién rendir cuentas en Affalterbach.

Mi cuerpo me pide a gritos abandonar la ciudad para hundir el pie derecho en autopista –mi compañero Nacho de Haro ya pudo probar el Mercedes-AMG GT S en circuito-. Se nota que la urbe no es su lugar para él, aunque selecciones el modo ‘Controlled Efficiency‘. La suspensión no llega a ser tan confortable como para un uso diario en ciudad; tampoco acompaña su largo morro, el consumo de carburante y la instantánea respuesta del acelerador, que te obliga a tener mucho tacto.

prueba-mercedes-amg-gt-s-2015 (20)

Por fin dejo en el retrovisor los grandes edificios y recorridos unos kilómetros miro el consumo ponderado: 13,7 l/100 km. No es una cifra desmesurada para un coche con un motor V8 de 4,0 litros y 510 CV. Gran parte de culpa de esa media tan ajustada la tienen el sistema ‘start-stop’ y la función ‘sailing’, que pone punto muerto al dejar de pisar el pedal derecho entre 60 y 160 km/h. Todo ello en el modo eficiente porque cuando muevo el ‘AMG Ride Control’ al modo ‘Sport’, el deportivo deja su lado más tranquilo y ecológico para sacar el más rebelde. Conmigo sucede lo mismo al percibir que la dirección y la suspensión se endurecen y que el propulsor rinde con más garra. Pulso el botón del escape en el ‘AMG Drive Unit‘ y el sonido se torna aún más fuerte, más adictivo. Poco más puedo pedir… Bueno, sí, los petardeos que me dedica entre marcha y marcha y en las fases de retención.

prueba-mercedes-amg-gt (10)

El excelente propulsor me ofrece nervio, mucho nervio desde la zona baja del cuentavueltas y sigue dándome alegrías hasta bien pasadas las 6.000 vueltas. Su aceleración es brutal y cuando te quieres dar cuentas has pasado a un rango en el que tus puntos del carné pueden disminuir a la velocidad en que se mueven las ruletas de las máquinas tragaperras. Realizando la prueba del Mercedes-AMG GT S descubro que este deportivo alemán ‘vuela’ bajo. Es capaz de hacer unas recuperaciones de infarto, unas recuperaciones que ni el mismísimo Porsche 911 Turbo puede brindar. Y esta ‘criatura’ salida del laboratorio creado por Aufrecht y Melcher recupera de 80 a 120 km/h ¡en solo dos segundos! Pero es que su aceleración también es digna de mención porque devora los 100 km/h desde parado en solo 3,8 segundos; eso gracias a la función ‘launch control’, disponible solo en el modoRace’, que desactiva el control de estabilidad y que hasta Mercedes desaconseja circular con él a nos ser que te encuentres en un circuito.

prueba-mercedes-amg-gt-s-2015 (1)

El AMG-GT S me dedica un paso por curva muy rápido y eso se debe a su bajo centro de gravedad –el motor tiene un cárter seco que permite rebajarlo 55 milímetros-, al autoblocante y a la buena capacidad de tracción. El coche solo se te puede ir de las manos si das demasiado gas en marchas cortas -recuerda que tienes un bloque de 510 CV y 650 Nm que van directos al eje posterior-, pero el diferencial electrónico está ahí cual guardia de seguridad.

Esa potencia es transmitida a las ruedas traseras a través de un cambio de doble embrague y 7 velocidades SPEEDSHIFT DCT AMG, que realiza la transición de marchas de forma más o menos suave, excepto en los modos ‘Sport+’ y ‘Race’, en los que sí da tirones, aunque sin llegar a ser tan violentos como el DKG del BMW M3 F80 que probamos.

prueba-mercedes-amg-gt (17)

Como dice el refrán, todo lo bueno, añadiría un ‘por desgracia’, se acaba, y toca volver a la ciudad para devolver esta maravilla. Tras la prueba del Mercedes-AMG GT S puedo decir que la firma alemana se ha superado. Ha creado un deportivo realmente bonito y seductor y más ágil y directo que el SLS AMG. El motor V8 de 510 CV es brillante y su sonido, a la altura de muy pocos vehículos, consigue sacarte una sonrisa picarona que solo se te puede borrar al recordar que 165.878 euros te separan de él. Y se atreven a decir por ahí que el dinero no da la felicidad…

prueba-mercedes-amg-gt-s (16)

A destacar A mejorar
 Aceleración Consumo en Sport, Sport+ y Race
Diseño, exclusividad Visibilidad trasera
Sonido del motor Acceso a botones de la consola

Ficha técnica Mercedes-AMG GT S
Motor Cilindrada 3.982 cc
Cilindros 8 en V
Potencia Máxima 510 CV / 6.250 rpm
Par Máximo 650 Nm / 1.750-4.750 rpm
Transmisión Caja de Cambios Automática, 7 velocidades (DCT)
Tracción Trasera
Suspensión Delantera Paralelogramo deformable / Resorte helicoidal
Trasera Paralelogramo deformable / Resorte helicoidal
Dimensiones Longitud 4.546 mm
Anchura 1.939 mm
Altura 1.289 mm
Distancia entre Ejes 2.630 mm
Alimentación Tipo de Alimentación Inyección directa. Turbo. Intercooler
Peso Peso 1.645 kg
Prestaciones Velocidad Máxima 310 km/h
Aceleración 0-100 Km/h 3,8 seg
Consumos Urbano 12,2 l/100 km
Extraurbano 7,8 l/100 km
Combinado 9,4 l/100 km
Emisiones Emisión CO2 219 g/km (EURO VI)
Precio Precio Oficial 165.878 euros

Fotos: Álex Aguilar

Dejar respuesta

Por favor, introduce tu comentario
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.