Pablo Emilio Escobar Gaviria. Así se llamaba el mayor narcotraficante de la Historia, el también catalogado por el almanaque mundial como el asesino civil más grande del siglo XX. En su día fue el hombre más temido, el más buscado y el séptimo más rico del mundo. Pero antes de ser ‘El patrón del mal’, ‘Pablito’ era reconocido por sus buenas manos al volante, y es que Escobar tenía una afición que poca gente conoce: los deportes del motor.

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Como expone Jaime Gaviria, primo de Pablo, en el documental de Marc de Beaufort: «Era un apasionado de la velocidad y el vértigo». No solo era un enamorado de las cuatro ruedas, también de las dos: practicaba motociclismo, motocross… Participó en competiciones de motos, pero pronto se decantó por las de coches tras realizar un curso de pilotaje.

En su casa campestre de El Poblado, una mansión de unos 2.000 metros cuadrados, guardaba varias motos Honda de 500 cc al lado de un Rambler de color negro de 1902 y de un Ford modelo 1928. Pero realmente tenía predilección por los automóviles. Solo hay que echar un vistazo a su colección de coches. Pablo Escobar, a los pocos meses de salir de la cárcel, se inició en el mundo del automovilismo de la mano de otro de sus primos: Gustavo Gaviria.

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El 25 de febrero del 79 disputó la Copa Renault 4, en el Circuito de Tocancipá, Bogotá. Participó en la categoría de novatos con su propia escudería de vehículos preparados y mejorados. Su equipo estaba patrocinado por Depósitos Cundinamarca y Bicicletas Ositto, el nombre por el que era conocido Roberto en su época de ciclista. El coche de “P. Escobar” portaba el número 70 y estaba patrocinado por “Bicicletas El Osito”, mientras que el “G. Gaviria”, con el 71, por “Depósitos Cundinamarca”. Gustavo, Óscar Diego Jaramillo y John Arroyave le acompañaron en esta incursión en la que quedó, tras una hora y 20 minutos de carrera, quinto y fue el más rápido de su equipo.

La colección de coches del Chapo Guzmán, el mayor capo de la droga

Pilotar a toda velocidad le gustaba. Según recoge el libro ‘El Patrón. Vida y muerte de Pablo Escobar’, de Luis Cañón M, la mayoría de las veces, antes de correr, “fumaba una dosis moderada de marihuana para activar su percepción, sus sentidos y su nivel de concentración”.

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El dinero que amasaba con la droga le permitía tener sus coches a la última, impecables y con las mejoras que todos querías. Algunas personas aseguran que Escobar partía con ventaja puesto que tenía repuestos ilimitados gracias a su época de ladrón de coches. Pero Alba Marina, su hermana, mantiene que Pablo consiguió varios Renault 4 viejos entre la familia, que posteriormente eran recompensados con espectaculares vehículos nuevos.

Su fortuna también le permitió contratar como director de equipo a un reconocido piloto colombiano que empezaba a dejar de competir. Compró un autobús y lo adaptó como taller. Traía piezas desde París. Ese era Pablo Escobar: con su dinero podía hacer todo, o casi todo… Cuando competía en Bogotá se alojaba en una suite del primer piso del Hotel Hilton, al cual se desplazaba con su helicóptero particular.

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Se portaba con los aficionados al automovilismo, a los que invitaba después de las carreras a fiestas que él montaba. También con la organización, poniendo anuncios en prensa y radio con el fin de dar a conocer las carreras. Según Luis Cañón M, “En todos los periódicos se anunciaba en grandes avisos la copa Renault en el llamado autódromo internacional, incluyendo al mismo ‘El Espectador’ con el lema de: Emoción, velocidad, gente IN”.

En 1979, las cosas le iban muy bien. En una entrevista concedida a una publicación de automovilismo, El Patrón declaró: “No lo puedo negar, la vida me ha sonreído. Soy un hombre afortunado”. Y es que por aquellas fechas, Escobar participaba en varias competiciones, -también lo hizo en el Premio Marlboro, en el Circuito Ricardo Mejía de Bogotá a bordo de un Simca-, y la verdad es que el colombiano tenía éxito en ellas.

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Disputadas ya seis carreras en Bogotá y Medellín, en julio del 79, Escobar ocupaba el segundo puesto en la general de su categoría. Delante tenía a uno de los mejores y con mucha más experiencia al volante que él: el consagrado Álvaro Mejía. El periódico ‘El Tiempo’ publicó: “Entre los novatos se destacan Lucio Bernal, de Bogotá; Pablo Escobar, Gustavo Gaviria y Juan Yepes, todos de la capital antioqueña”.

Asimismo, por aquella misma época ganó popularidad con su participación en la prueba Trepadores a Las Palmas, en Medellín, con un Porsche.

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Pero sin duda, el hecho que le hizo ser reconocido fue ganar una apuesta a Ricardo Cuchilla Londoño, gran amigo de los hermanos Ochoa, otros que tampoco se cortaban a la hora de invitar tras las carreras. Es más, por aquella época derrochaban más dinero que Pablo Escobar. La gente sabía que toda esa riqueza y ostentación provenía del narcotráfico, pero nadie se quejaba, al revés, existía admiración hacia ellos. Y es que su presencia en los circuitos traía dinero; dinero para los mecánicos, dinero para los vendedores de coches, dinero para los entrenadores, dinero para los empleados del circuito…

Los coches de Pablo Escobar

El caso es que Ricardo Cuchilla, figura destacada del país sudamericano, que pilotaba un Chevrolet Camaro y que había participado en carreras internacionales, apostó una cantidad millonaria, muy crecido y seguro de sí mismo, a que terminaría la carrera de Medellín al alto de Las Palmas con, por lo menos, quince segundos de ventaja. Tras mucho ruido en Medellín, la carrera se celebró un soleado domingo. Cuchilla realizó la prueba en nueve minutos y 45 segundos, solo ocho segundos menos que Escobar. El ‘Patrón del mal’, el perdedor de todo pronóstico, ganó su apuesta. “Ese día fui muy dichoso. Hubo de por medio una jugosa apuesta que yo gané en franca lid”, manifestó Escobar.

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Sus negocios no siempre le permitían dedicar el tiempo que quería o necesitaba a su gran hobbie. A pesar de faltar a las tres últimas carreras, Pablo Escobar quedó cuarto en la Copa Renault de novatos. Un año más tarde continuó participando en alguna carrera que otra, pero con menos dedicación y frecuencia, hasta que finalmente sus actividades en el narcotráfico le apartaron definitivamente de las pistas.

Fuente: «El Patrón. Vida y muerte de Pablo Escobar», de Luis Cañón M. Editorial: Planeta; Documental de Marc de Beaufort, Divina producciones

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